Ir al contenido

Página:Facundo - Domingo Faustino Sarmiento.pdf/169

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
169
Facundo

veda sin límites, sostenida por un millón de columnas lisas y torneadas. Los rayos de aquel sol tórrido no han podido mirar nunca las escenas que tienen lugar sobre la alfombra de verdura que cubre la tierra bajo aquel toldo inmenso.

¡Y qué escenas! Los domingos van las beldades fucumanas á pasar el día en aquellas galerías sin límites; cada familia escoge un lugar aparente, apártanse las naranjas que embarazan el paso, si es en el otoño; ó bien sobre la gruesa alfombra de azahares que tapiza el suelo, se balancean las parejas del baile, y con los perfumes de sus flores se dilatan, debilitándose á lo lejos, los sonidos melodiosos de los tristes cantares que acompaña la guitarra. ¿Creéis, por ventura, que esta descripción es plagiada de las «Mil y una Noches», ú otros cuentos de hadas á la oriental?

Daos prisa más bien á imaginaros lo que no digo de la voluptuosidad y belleza de las mujeres que nacen bajo un cielo de fuego, y que, desfallecidas, van á la siesta á reclinarse muellemente bajo la sombra de los mirtos y laureles, á dormirse embriagadas por las esencias que ahogan al que no está habituado á aquella atmósfera.

FACUNDO Facundo había ganado una de esas enramadas sombrías, acaso para meditar sobre lo que debía hacer con la pobre ciudad que había caído como una ardilla bajo la garra del león. La pobre ciudad, en tanto, estaba preocupada con la realización de un proyecto lleno de inocente coquetería. Una diputación de niñas rebosando juventud, candor y beldad, se dirige hacia el lugar donde Facundo yace reclinado sobre su poncho. La más resuelta y entusiasta camina delante, vacila, se detiene, empújanla ias que la siguen; páranse todas sobrecogidas de miedo, vuelven las púdicas caras, se alientan unas á otras, y deteniéndose, avanzando tímidamente y empujándose entre sí, Ilegan al fin á su presencia. Facundo las recibe con bondad; las hace sentar en torno suyo, las deja recobrarse, é inquiere al fin el objeto de aquella agradable visita. Vienen á implorar por la vida de los oficiales del ejército que van á ser fusilados.

Los sollozos se escapan de entre la escogida y tímida comitiva, la sonrisa de la esperanza brilla en algunos semblantes, y todas las seducciones delicadas de la mujer son puestas en requisición para lograr el piadoso fin que se han propuesto. Facundo está vivamente interesado, y por