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Página:Facundo - Domingo Faustino Sarmiento.pdf/180

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Domingo F. Sarmiento

ideas le preocupan desde entonces? El no es gobernador de ninguna provincia, no conserva ejército sobre las armas, tan sólo le quedaba un nombre reconocido y temido en ocho provincias y aun armamento. A su paso por La Rioja ha dejado escondido en los bosques todos los fusiles, sables, lanzas y tercerolas que ha recolectado en los ocho pueblos que ha recorrido; pasan de doce mil armas. Un parque de veintiseis piezas de artillería queda en la ciudad con depósitos abundantes de municiones y fornituras; diez y seis mil caballos escogidos van á pacer en la quebrada de Yaco, que es un inmenso valle cerrado por una estrecha garganta.

La Rioja es, además de la cuna de su poder, el punto central de las provincias que están bajo su influencia. A la menor señal, el arsenal aquél proveerá de elementos de guerra á doce mil hombres. Y no se crea que lo de esconder los fusiles en los bosques es una ficción poética. Hasta el año 1841 se han estado desenterrando depósitos de fusiles, y créese todavía, aunque sin fundamento, que no se han exhumado todas las armas escondidas bajo de tierra entonces. El año 1830 el general La Madrid se apoderó de un tesoro de treinta mil pesos pertenecientes á Quiroga, y muy luego fué denunciado otro de quince.

Quiroga le escribía después, haciéndole cargo de cincuenta y nueve mil pesos, que, según su dicho, contenían aquellos dos entierros que, sin duda, entre otros, había dejado en La Rioja desde antes de la batalla de Oncativo, al mismo tiempo que daba muerte y tormento á tantos ciudadanos, á fin de arrancarles dinero para la guerra. En cuanto a las verdaderas cantidades escondidas, el general La Madrid ha sospechado después que la aserción de Quiroga fuese exacta, por cuanto, habiendo caído prisionero el descubridor, ofreció diez mil pesos por su libertad, v no habiéndola obtenido, se quitó la vida degollándose. Estos acontecimientos son demasiado ilustrativos para que me excuse de referirlos.

El interior tenía, pues, un jefe; y el derrotado de Onativo, á quien no se habían confiado otras tropas en Buenos Aires que unos centenares de presidiarios, podía ahora mirarse como segundo, si no el primero, en poder. Para hacer más sensible la excisión de la República en dos fracciones, las provincias litorales del Plata habían celebrado un convenio ó federación, por la cual se garantían mutua-