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Facundo

qué ostentación de riquezas y adornos! El retrato del Restaurador está en la calle, en un dosel en que los terciopelos «colorados» se mezclan con los galones y las cordonaduras de oro. Igual movimiento por más días aún; se vive en la calle, en la parroquia privilegiada. Pocos días después, otra parroquia, otra fiesla en otro barrio. Pero hasta cuando fiestas? ¡Qué! ¿No se cansa este pueblo de espectáculos? ¿Qué entusiasmo en aquél que no se resfría en un mes? ¿Por qué no hacen todas las parroquias su función á un tiempo? No; es el entusiasmo sistemático, ordenado, administrado poco a poco.

Un año después, todavía no han concluído las parroquias de dar su fiesta; el vértigo «oficial» pasa de la ciudad á la campaña, y es cosa de nunca acabar. La «Gaceta» de la época está ahí ocupada año y medio en describir fiestas federales. El «retrato» se mezcla en todas ellas, tirado en un carro hecho para él, por los generales, las señoras, los federales «netos». «Et le peuple, enchant d'un tel spectacle, enthousiasmé du «Te Deum» chanté moult bien á Notre—Dame, le peuple oublia qu'il payait fort cher tout, et se retirai fort joyeux»» (1).

De las fiestas sale, al fin de año y medio, el color colorado como insignia de adhesión á la «causa»; el retrato de Rosas, colocado en los altares primero, pasa después á ser parte del equipo de cada hombre, que debe llevarlo en el pecho, en señal de «amor intenso á la persona» del Restaurador. Por último, de entre estas fiestas se desprende al fin la terrible Mazorca, cuerpo de policía entusiasta, federal, que tiene por encargo y oficio echar lavativas de ají y aguarrás á los descontentos primeros, y después, no bastando este tratamiento flojístico, degollar á aquéllos que se les indique.

La América entera se ha burlado de aquellas famosas fiestas de Buenos Aires, y mirándolas como el colmo de la degradación de un pueblo; pero yo no veo en ellas sino un designio político, el más fecundo en resultados. ¿Cómo encarnar en una república que no conoció reyes jamás, la idea de la personalidad de gobierno?» La cinta colorada es una materialización del terror, que os acompaña á todas partes, en la calle, en el seno de la familia; es preciso (1) Chronique du moyen âge».