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Página:Facundo - Domingo Faustino Sarmiento.pdf/216

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Domingo F. Sarmiento

unitarios!» y nunca el cristianismo ni el mahometismo multiplicaron tanto sus símbolos respectivos, la cruz y la creciente, para estereotipar la creencia moral en exterioridades materiales y tangibles. Todavía era preciso afinar aquel dicterio de unitario»; fué primero lisa y llanamente «unitarios», más tarde los impíos» unitarios, favoreciendo con eso las preocupaciones del partido ultracatólico, que sccundó su elevación. Cuando se emancipó de ese pobre partido, y el cuchillo alcanzó también la garganta de curas y canónigos, fué preciso abandonar la denominación de impíos; la casualidad suministró una coyuntura.

Los diarios de Montevideo empezaron á llamar «salvaje» á Rosas; un día la «Gaceta» de Buenos Aires apareció con esta agregación al tema ordinario: «¡mueran los «salvajes» unitarios!»; repitiólo la Mazorca, repitiéronlo todas las comunicaciones oficiales, repitiéronlo los gobernadores del interior y quedó consumada la adopción. «Repita usted la palabra salvaje»—escribía Rosas á López, hasta la saciedad, hasta aburrir, hasta cansar. Yo sé lo que digo, amigo». Más tarde se le agregaba inmundos», más tarde «asquerosos», más tarde, en fin, don Baldomero Garcla decía en una comunicación al Gobierno de Chile, que sirvió de cabeza de proceso á Bedoya, que era aquel emblema y aquel letrero «una señal de conciliación y de paz», porque lodo el sistema se reduce & burlarse del sentido común.

La unidad de la República se realiza á fuerza de negarla; y desde que todos dicen «federación», claro está que hay unidad. Rosas se llama encargado de las Relaciones Exteriores de la República, y sólo cuando la fusión está consumada y ha pasado á tradición, á los diez años después, don Baldomero García en Chile cambia aquel título por el de Director Supremo de los asuntos de la República.

He aquí, pues, la República unitarizada, sometida toda ella al arbitrio de Rosas: la antigua cuestión de los partidos de ciudad desnaturalizada; cambiado el sentido de las palabras, é introducido el régimen de la estancia de ganados en la administración de la República más guerrera, más entusiasta por la libertad, y que más sacrificios hizo para conseguirla.

La muerte de López le entregaba á Santa Fe, la de los Reinafé á Córdoba, la de Facundo & las ocho provincias de la falda de los Andes. Para tomar posesión de todast