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Página:Facundo - Domingo Faustino Sarmiento.pdf/228

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Domingo F. Sarmiento

nifestación de este espíritu nuevo. Algunas publicaciones periódicas, algunos opúsculos en que las doctrinas europeas aparecían mal digeridas aún, fueron sus primeros ensayos. Hasta entonces, nada de política, nada de partidos; aun había muchos jóvenes que preocupados con las doctrinas históricas francesas, creyeron que Rosas, su gobierno, su sistema original, su reacción contra la Europa era una manifestación nacional, americana, una civilización, en fin, con sus caracteres y formas peculiares. No entraré á apreciar ni la importancia real de estos estudios ni las frases incompletas, presuntuosas y aun ridículas que presentaba aquel movimiento literario: eran ensayos de fuerzas inexpertas y juveniles que no merecerían recuerdo, si no fuesen precursores de un movimiento más fecundo en resultados. Del seno del Salón Literario se desprendió un grupo de cabezas inteligentes que, asociándose secretamente, proponíase formar un carbonarismo que debía echar en toda la República las bases de una reacción oivilizadora contra el gobierno bárbaro que había triunfado.

DOMINGO F. SARMIENTO Tengo, por fortuna, el acta original de esta asociación á la vista, y puedo con satisfacción contar los nombres que la suscribieron. Los que los llevan están hoy diseminados por Europa y América, excepto algunos que han pagado á la patria su tributo con una muerte gloriosa en el campo de batalla.

Casi todos los que sobreviven son hoy literatos distinguidos, y si un día los poderes intelectuales han de tener parte en la dirección de los negocios en la República Argentina, muchos y muy completos instrumentos hallará en esta escogida pléyade largamente preparada por el talento, el estudio, los viajes, la desgracia y el espectáculo de los errores y desaciertos que han presenciado ó cometido ellos mismos.

«En nombre de Dios», dice el acta, de la patria, de los héroes y mártires de la Independencia Americana, en nombre de la sangre y de las lágrimas inútiles derramadas en nuestra guerra civil, todos y cada uno de los miembros de la asociación de la joven generación argentina: «Creyendo que todos los hombres son iguales; «Que todos son libres, que todos son hermanos, iguales en derechos y deberes;