Página:Fernández Saldaña - Diccionario Uruguayo de Biografías (1810-1940).djvu/1004

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edificio de la Jefatura, llevando adelante el de la iglesia parroquial, disponiendo el arreglo de la plaza Independencia, adornada con una estatua de la Libertad, equipando el puerto, etc., etc.

El asesinato de Flores el 19 de febrero de 1868, produjo en su ánimo una conmoción increíble, y Máximo Pérez, cuyas manos estaban limpias de sangre hasta entonces, se deshonró haciendo matar, sin forma ni simulacro de juicio, a los jefes blancos coronel Tomás Pérez y comandante Rafael Ocampos, aprehendidos en Mercedes, y en la villa de Dolores a los indefensos ciudadanos Ramón Bardier, José León Mendoza y Carlos Pagés.

Estos crímenes sublevaron la conciencia pública en Montevideo y el general José Gregorio Suárez exigió al presidente provisorio Pedro Varela que se pusiera freno inmediato a tales excesos. Pero el gobierno del general Batlle, que sucedió a Flores, no estaba, en ese momento político, en condiciones de proceder con la energía que reclamaba el caso, por lo cual, contemporizando y buscando modo de ganárselo, lo ascendió coronel de caballería de línea el 15 de abril del mismo año 68.

Pero el caudillo, insoportable, no quiso admitir que se le removiera en la Jefatura de Soriano, que el sucesor fuese una hechura suya y presentó al gobierno dos candidatos. Declarado rebelde se sublevó, pero fué sometido de inmediato, sin pelear, por fuerzas al mando del general Francisco Caravallo.

En 1870, en plena revolución del coronel blanco Timoteo Aparicio, negóse a cumplir las órdenes de su general en jefe, y abandonó el ejército del gobierno, disolviendo su división y yéndose a Entre Ríos. De baja en los cuadros, pero indultado más tarde, volvió a rebelarse en 1874, sin razón ni pretexto, alzado contra el gobierno del Dr. José Ellauri, para ser batido en Duraznito en los últimos días del mes de diciembre por el Ministro de la Guerra coronel Eduardo Vázauez. De nuevo tuvo que refugiarse en tierra extranjera, yendo a fijar su residencia en Buenos Aires, y allí permaneció por todo el termino de la dictadura de Latorre, inútiles todas las tentativas de volver al país con las garantías elementales en una época de terror.

En 1882, después de faltar ocho años de sus pagos, pretendió la repetición de sus patriadas a la cabeza de aquellas “mil lanzas” que según sus dichos lo respaldaban en 1868, para exigir al presidente Batlle el cambio de Ministerio.

Venían corriendo desde meses atrás rumores subversivos en que se mezclaba el nombre del caudillo chaná. El Presidente de la República general Máximo Santos no estaba, pues, desprevenido y hay motivos para suponer que algunos agentes provocadores se encargaron de hacerle llegar al coronel Pérez la noticia de mentidas inteligencias y adhesiones de campaña para decidirlo a que tentase la aventura y liquidarlo, eliminando un foco permanente de rumores y de alarmas.

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