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ser electo presidente el 1° de marzo de 1886.

Todas las medidas estaban colmadas, y al desafío insensato de Santos respondió una revolución traída al país en los últimos días del mismo mes, con todo el aspecto de un movimiento formidable preparado en la República Argentina, con notoria complicidad de sus autoridades. El ejército invasor, desembarcado en la costa de Paysandú, apenas logró internarse un poco en el departamento cuando las fuerzas del gobierno al mando del general Máximo Tajes estuvieron sobre él, derrotándolo completamente el 31 de marzo del 86 en la batalla de Quebracho.

Los prisioneros, unos 800, fueron conducidos a Montevideo, donde Santos los puso personalmente en libertad, en funciones de general en jefe de los ejércitos de mar y tierra, que investía.

Las cámaras, en el entusiasmo del triunfo, crearon para premiar sus servicios “como empleo único” la alta jerarquía militar — desconocida hasta entonces en la República — de capitán general, el 2 de abril.

Desvanecidas las últimas esperanzas que se habían puesto en las armas, era difícil prever hasta dónde podría llegarse.

Mientras tanto, el Capitán General, que mediante una tortuosa serie de maniobras se había hecho elegir senador por el departamento de Flores, creado ad-hoc, apenas ingresó en el alto cuerpo fué votado para presidente del mismo, cargo que por la Constitución lo convertía en vice-presidente de la República, el 21 de mayo de 1886.

El Dr. Francisco A. Vidal, haciéndose cómplice de todas aquellas ilícitas y reprobables combinaciones, dimitió su alto cargo el 24, “porque la tarea era superior a sus fuerzas” y Santos entró a ejercer nuevamente el gobierno que había abandonado nominalmente no hacia tres meses.

Todo estuvo tan bien preparado que sólo — según se vé — se necesitaron tres días para llevar a la práctica la escandalosa farsa.

Un grave e inesperado suceso vino a turbar la marcha de su segunda presidencia, cuando el 17 de agosto Gregorio S. Ortiz, ex- oficial del ejército, hirió gravemente al Capitán General de un balazo en la cara en momentos que entraba al teatro Cibils. (Ver Gregorio S. Ortiz).

El 13 de setiembre, convalesciente, Santos estaba en condiciones de visitar los cuarteles — su primer cuidado — pero no concurrió a la casa de gobierno hasta el 14 de octubre.

A los siete meses de vencida la revolución de 1886, Santos, en una extraordinaria vuelta de política, llamó al gobierno a los más destacados opositores, formando el ministerio denominado Ministerio de la Conciliación, el 1° de noviembre.

La opinión nacional aplaudió clamorosamente la evolución del Capitán General y Montevideo la festejó con entusiasmo nunca visto.

El nuevo orden de cosas duró hasta el 18 de noviembre, día en que el gobernante hizo renuncia de la presidencia del Senado, fundado en

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