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todavía en el Hospital de Sangre de Corrientes, el 15 de octubre de 1866. Allí hubo de permanecer hasta el año siguiente, fecha en que regresó a Montevideo con las heridas no cerradas aún. A su arribo, para darle un puesto apropiado a su condición de inválido, se le designó Edecán de gobierno.

Al producirse la revolución blanca de Bernardo Berro, asesinado Flores y perdido el Fuerte de Gobierno, el mayor Solano, demostrando firme energía, provocó la reacción, organizó la resistencia, y con soldados del Batallón Libertad y un puñado de voluntarios, recuperó la importante posición perdida por los suyos. Fué así, puede decirse, uno de los hombres de aquel día terrible. Ascendido por tales méritos a teniente coronel el 29 de febrero de 1868, sirvió con este grado en el ejército gubernista combatiendo la revolución del coronel Timoteo Aparicio, primero en el Ejército del Sur, y luego a las órdenes del general Borges.

Al final de la guerra civil se le hizo coronel graduado — enero de 1872 — y en febrero de 1875 se le nombró ayudante del Presidente de la República, Pedro Varela, con quien estaba vinculado desde la época de Flores y a cuyo gobierno extra-constitucional adhiriera.

La dictadura de Latorre no lo tuvo en cuenta, y desde entonces, Solano no sólo deja de tener figuración militar activa, sino que se atrasa en la carrera y sólo el 26 de febrero de 1890 consigue la efectividad del grado de coronel. Miembro de la Comisión de Retiro en 1893, Cuestas lo hizo Comandante General de Marina y Capitán del Puerto el 22 de noviembre de 1897, y poco después, sacándolo de ese destino, lo pasó al Ministerio de Guerra en calidad de Edecán, en marzo del 98. En ese cargo, muy quebrantado por sus achaques, el coronel Pedro Solano vino a fallecer en Montevideo, el 4 de agosto de 1902.


SOLER, MARIANO Delmiro Encarnación

Sacerdote y escritor católico, tercer obispo y primer arzobispo de Montevideo. Había nacido en la villa de San Carlos, departamento de Maldonado, el 25 de marzo de 1848, hijo de Ramón Soler, catalán y de Ramona Vidal, uruguaya.

De familia modesta, sus estudios fueron elementales e irregulares. Una vez resuelto a seguir carrera religiosa, distinguióse por su inteligencia y por su contracción entre el pequeño plantel de jóvenes uruguayos reclutados por Monseñor Jacinto Vera, para iniciar con ellos la milicia sacerdotal que diríamos criolla. Fué así, por méritos propios, uno de los más señalados integrantes del grupo de alumnos que, destinados a seguir sus estudios en el Colegio de la Inmaculada Concepción en la ciudad de Santa Fé, partieron de Montevideo en 1863.

Luego de concluídos los cursos en aquella población argentina, marchó

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