Página:Fernández Saldaña - Diccionario Uruguayo de Biografías (1810-1940).djvu/1256

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página ha sido corregida

ce haberlo conocido, probablemente siendo secretario de Sandes, lo describe como hombre de tez blanca sonrosada, de mediana estatura, muy simpático, y un tanto cojo de resultas de una herida.

Muerto lo mismo que sus hermanos Miguel y Cipriano, que cayeron en lucha leal, los tres fueron llevados a enterrar a Trinidad o Porongos.

El gobierno de Berro, rindiendo culto al valor de sus defensores al mismo tiempo que explotaba el episodio con fines político - militares, dispuso con fecha 17 de junio de 1863, que se declarara a los tres hermanos Valiente, Beneméritos de la Patria, debiendo levantarse en el cementerio donde yacían un sepulcro digno de su memoria, con sus nombres y la leyenda: “Muertos heroicamente en defensa de las instituciones”. El escuadrón de Soriano al que pertenecían, debía llevar por nombre “Valiente”. Además, celebróse en la Iglesia Matriz de Montevideo un funeral con honores militares, dándose una proclama donde jurábase, a sus manes, que sus muertes serían vengadas con creces.


VARELA, HECTOR Florencio

Periodista y hombre político con actuación en el Uruguay, su patria de nacimiento, y en Argentina, patria que le correspondía por ley y a la cual hizo suya.

Hijo mayor del Dr. Florencio Varela y de Justa Cané — argentinos ambos — vino al mundo en Montevideo el 2 de julio de 1832.

En nuestra capital, donde su padre, el ilustre periodista, vivía emigrado para librarse de los furores del tirano Rosas, que lo odiaba como al más temible de sus enemigos unitarios, verían luz, asimismo, los otros once hijos, o sea la descendencia entera de Varela, si se exceptúa una niña nacida en Río de Janeiro en 1841.

Tenía sólo once años, cuando, en setiembre del 43, el Dr. Florencio fué nombrado agente confidencial del gobierno de la República en Inglaterra, y en esas circunstancias se resolvió a llevar consigo al primogénito, a quien consideraba ya “en edad de comprender lo que veía y el algo podía aprovechar viendo mundo”.

En mayo del año siguiente, 1844, estaban de regreso, y el niño reanudó sus estudios en los colegios de la capital, donde su residencia prolongóse hasta 1852, cuando a la caída del tirano argentino, vencido en la batalla de Caseros el 3 de febrero, los emigrados vieron abiertas las puertas de la patria.

No pudo el Dr. Florencio Varela ser testigo del decisivo triunfo, pues cuatro años antes, la noche del 20 de marzo de 1848, sus jurados enemigos lo habían hecho asesinar por un sicario en una calle montevideana.

Incorporado con sus hermanos a la sociedad porteña y a la vida polí-

— 1256 —