Unión, el 29 de noviembre de 1870, al frente de la compañía urbana de la capital, enfrentando a los revolucionarios del coronel Aparicio, herida gravísima que lo tuvo entre la vida y la muerte.
Pero a esta foja y a la valentía común a tantos soldados nuestros, únese en el mayor Toribio Vidal un predicado que lo individualiza entre sus conmilitones. Fué él quien ensayó e introdujo el servicio de las palomas mensajeras en nuestro ejército, durante la campaña contra el rebelde general Francisco Caraballo en 1869.
Las palomas “chasqueras” como se las llamó entonces, llevadas por Vidal, provenían de las crías de Cristián Schenzer, residente alemán y desempeñaron perfectamente su cometido, siendo una de ellas la que trajo al campamento del presidente de la República, general Lorenzo Batlle, la buena nueva de que Caraballo había capitulado en Mazangano.
En las postrimerías de la administración de Pedro Varela fué designado Inspector de Correos el 11 de febrero de 1876, y siendo dictador Latorre, por decreto del 4 de enero de 1877, Jefe Político de Tacuarembó. Al recibirse del nuevo cargo prometió secundar el programa del Gobernador, haciendo administración honrada y decente, protegiendo al elemento trabajador y mirando por la educación del pueblo. Cumplió su programa, dando muestras de gran actividad personal. Dentro del margen de arbitrariedades que estaba concedido de antemano a los delegados del Poder Ejecutivo, discrecional en sus respectivos departamentos, y de las consignas que eran de fuerza y de rigor, la gestión de Vidal no registra atentados o excesos repudiables. Fué notable, en cambio, su preocupación y su esfuerzo para poner freno a los atropellos y excesos de las autoridades y gente del Brasil, en perjuicio de los negros esclavos a quienes amparaban las leyes de la República.
Su permanencia en Tacuarembó resultó corta, pues obligado por la falta de salud tuvo que abandonar la jefatura, y falleció en Montevideo el 13 de diciembre de 1878.
VIDIELLA, FEDERICO Rómulo
Ministro de Estado y diplomático, con grande y señalada actuación en la vida financiera de la República.
Hijo de Francisco Vidiella y de Dorotea Fortet, vió luz en la Villa del Salto, donde su padre era comerciante, el 6 de junio de 1850.
Continuando, inteligente y dedicado, los negocios de su progenitor, primero en unión de su hermano Francisco, trágicamente desaparecido en la travesía de Montevideo a Buenos Aires, no sólo logró mantenerlos en su pie, sino que los acrecentó con la instalación de una cabaña de reproductores de raza y con la ampliación de sus establecimientos vitivinícolas, etc. Director titular del Banco Nacional en 1890, conocido
