Página:Fernández Saldaña - Diccionario Uruguayo de Biografías (1810-1940).djvu/1320

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el ramo en cuanto regresara a esta su segunda patria, que era la de sus hijos.

Mientras tanto, esmeróse en conocer los aspectos básicos de una industria nueva para él, y cuando vino trajo consigo cierta cantidad de sarmientos que comenzó a plantar en su granja de Colón, por via de ensayo en 1876.

Sordo a las advertencias que, desde luego con la mayor buena fe y respaldadas en el ejemplo de anteriores fracasos, se formularon a sus planes, llegó a invertir considerables sumas en los experimentos de aclimatación, y solamente al cabo de siete años de pacientes y repetidos ensayos consiguió dar con una variedad particular, que adaptada a nuestro suelo y a nuestro clima, fructificaba en condiciones ampliamente satisfactorias.

Las experiencias debieron ser, si se las compara con los modernos métodos de ahora, un tanto empíricas y al tanteo, como las que Pascual Harriague realizaba en las tierras calientes del Salto, pero en 1883 había conseguido su tipo que recibió la denominación de Uva Vidiella.

A la coronación de la obra, en la primera vendimia de que se habló al principio, Vidiella quiso hacer públicas las cuentas de su triunfo, declarando que aquellos ocho mil pies de viña en producción le significaban un gasto exacto de $ 82.570 oro.

Hacía ocho años que había plantado los sarmientos que, tras infinitos ensayos, resultaron aptos para darse en nuestro suelo, y aquellas 8.000 cepas en que brillaba “la transparencia ustoria del racimo”, habían tenido un sitio inicial — palabras del propio don Francisco — en una antigua cancha de bochas y de taba...

El momento de sacar provecho del logrado éxito y el de la consagración justiciera de su hermosa victoria civil había llegado. El gobierno otorgó a Vidiella un premio especial compartido con Harriague y el rey de España le confirió una encomienda. Pero la satisfacción del propio triunfo que habría sido superior a cualquier otra recompensa, don Francisco no pudo disfrutarla sino un año, pues falleció el 25 de febrero de 1884.

Su estatua, descubierta en la plaza de Villa Colón el 22 de marzo de 1891, proclama la gloria honesta de la perseverancia y del trabajo.


VIERA, FELICIANO

Militar, general del ejército, nacido en Cerro Largo el 20 de octubre de 1843.

Era de familia brasileña, emparentada con Pedro Viera, el del Grito de Asencio, conforme a ciertos datos.

Sus primeros servicios de armas (muy imprecisos según publicaciones oficiales del Estado Mayor en 1877), databan del mes de abril de 1863, en que aparece enrolándose en las fuerzas revolucionarias floristas, en las cuales llegó a sargento 1° el mismo año y a subteniente y teniente 2º en 1864. Según informe del general Ca-

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