Página:Fernández Saldaña - Diccionario Uruguayo de Biografías (1810-1940).djvu/177

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tregarlos, arguyendo con justicia, que se trataba de un delito político, excluído por los tratados vigentes.

Internado en la ciudad de San Francisco de Pelotas, consiguió Bergara burlar sus vigilantes, fugando en una embarcación y llegando a la República, cuyo territorio atravesó clandestinamente hasta Paysandú, donde tuvo una conferencia con Francisco Caraballo.

A principios de 1874 estaba otra vez en la frontera del Brasil, corriendo voces de que maquinaba una invasión a nuestro territorio, la cual, encabezada por el oficial Palmer, uno de sus hombres, llegó a tener principios de ejecución, a que puso fin la policía de Cerro Largo. El ministro Ramírez tornó a reclamar al Imperio que se le internara y se le vigilara.

En el país al ser derrocado el gobierno del Dr. Ellauri, no hay manera de seguirlo en ninguna actividad política notoria, y vivía aparentemente dedicado a mejorar su hacienda como empresario de construcciones.

Sin embargo, no faltaba el nombre suyo en cada rumor de trastornos políticos y el ojo suspicaz de Latorre dictador, no lo perdía de vista.

Acentuadas las sospechas del tirano, por verdad o per mentira, lo señaló para ser inmolado a sus temores.

El 22 de marzo de 1877 concurrió al Fuerte de Gobierno, en compañía de dos personas más, gente de trabajo, llamado a pretexto de la reparación de algunos edificios públicos.

Bergara pasó al despacho del gobernador, y cuando se hizo tarde y demorara en salir, un empleado inferior, portero o sargento dijo a los albañiles que podían retirarse porque el comandante ya se había ido per otra puerta.

Es lo último que se sabe de Bergara, cuya desaparición era pública, el sábado 24 de marzo.

Ei lunes recogía la noticia “El Ferro Carril”, agregando constarle que desde la antevíspera las policías de todas las secciones estaban empeñadas en dar con su paradero, y que el gobierno había telegrafiado a los departamentos, inquiriendo s0bre lo mismo. Decía también que entre las hipótesis corrientes para explicar la desaparición, dos eran las más aceptables: una fuga por deudas o una intervención en los asuntos políticos entrerrianos, bastante revueltos a la fecha.

“La Tribuna” registraba como versión corriente que desde el viernes 23 o el sábado 24, no se encontraba en Montevideo el comandante Bergara y como causas factibles de explicar la desaparición, las mismas que su colega de prensa y oficialismo. Insistía también en el interés — oficial y gubernamental — de dar con el hombre.

La esposa del comandante, Martina M. de Bergara, negó en una carta que su marido pudiera haber fugado por deudas, pues la vista de sus libros y documentos garantían su perfecta solvencia.

Quedó de pie únicamente, la sospecha y luego la seguridad de que