Página:Fernández Saldaña - Diccionario Uruguayo de Biografías (1810-1940).djvu/19

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mento vino a encontrarse casi solo, culpable ante la masa partidaria de la pérdida de una gran ocasión política, que hubiera podido ser aprovechada aunque con mengua de la postura ciudadana.

En ocho años de actuación su carrera de hombre público estaba concluída a la misma hora que concluía su período senaturial.

Un momento intentó conglomerar en un haz los mermados correligionarios que permanecían fieles, pero el empeño fue inútil. Renunciando a la lucha dejo “El Nacional” el 23 de abril de 1903, con un artículo lacónico en que ratificaba su fe civilista y condenaba las revoluciones caudillescas. El movimiento revolucionario encabezado por Saravia el 17 de marzo de ese mismo año, apenas elegido presidente Batlle y Ordoñez, confirmaba implícitamente el fallo de excomunión de la convención partidaria.

El presidente Batlle y Ordoñez lo nombró Ministro en los Estados Unidos de Norte América el 14 de setiembre de 1903.

Con su resolución de alejarse del escenario político principiaba una carrera que iba a ser meramente administrativa, pues falto de vocación diplomática, vió transcurrir sus largos años de ministro, trasladado a la Argentina en 1906, a Italia en 1908 y finalmente al Brasil en octubre de 1911.

En la expatriación, que sería definitiva, completo otra novela, “Lanza y Sable”. Pretendió tal vez ser el complemento de la gran serie, pero resultó notoriamente inferior a cualquiera de ellas, tal como nada añadió a su reputación, “Minés”, publicada posteriormente.

Durante la estada en Roma recogió en un volumen varios trabajos de carácter histórico relativos a los primeros tiempos de la nacionalidad, aparecido en 1911 y bajo el título de “Épocas militares de los países del Plata”. Corregidos y depurados de errores consiguientes a la primera publicación, no consiguió quitarles la parcialidad partidista de que se resienten.

Juzgando el valor literario de Acevedo Díaz, Alberto Zum Felde entiende que, en conjunto, su prosa es una de las mas fuertes y plásticas que se han escrito en Hispano América y que acaso Montalvo y Lugones, tan sólo, compiten con él en esas virtudes.

“Prosa varonil, muscular más que nerviosa”, toda potencia y severidad, es perfectamente apta para el genero de sus obras y adecuada a la materia bárbara que moldea, aunque el ejercicio diario del periodismo la rebajó de categoría en ocasiones, por “recargo de verbalismos efectistas y lugares comunes”.

Opina también que la aparición de sus obras marca el ocaso definitivo de la época romántica de nuestras letras, iniciando la evolución intelectual del Uruguay, con el nuevo ciclo donde preponderan las corrientes positivistas y realistas.

Jubilado como ministro, vino a vi-