Página:Fernández Saldaña - Diccionario Uruguayo de Biografías (1810-1940).djvu/223

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Había visto la luz en Fuenmayor, Logroño, el 9 de junio de 1805, en familia de buena posición, que le proporcionó esmerada escuela.

A los 21 años fué a Paris, junto a un tío sacerdote y poco tiempo después, en 1830, arribaba al Río de la Plata, en viaje a Méjico, donde se proponía llegar por la vía del Pacífico para reunirse con unos parientes ricos.

Torcióse aquí su destino, sin embargo, anclando definitivamente en estas tierras platenses donde tomó la senda pedagógica a la cual — es notorio — estaba llamado vocacionalmente.

Después de ejercer el magisterio en Argentina durante varios años, habiendo enseñado en el Liceo y en el Gimnasio argentinos y en el Colegio bonaerense, vino a establecerse en Montevideo en 1837, fundando el Colegio Oriental y desde entonces, en una u otra escuela o en tal o cual función docente, no abandonó nunca más la capital como no fuese en la época de residencia en la Villa de la Unión, que por otro lado era una especie de barrio montevideano. De este modo, lo mismo aparece como director de un gran colegio pago particular, como preceptor de la Escuela Normal o como director en 1853 de la Escuela del Carmen para negros y mulatos.

Lejos de circunscribir sus actividades de educador a la diaria tarea de las clases, dedicó Bonifaz cuidado preferentísimo a la creación y a la innovación de métodos pedagógicos propios, siendo autor de varios textos elementales, donde buscó desarrollar una equivocada enseñanza a base de memoria, ejercitada y facilitada merced a la versificación de las reglas y las nociones elementales.

En tal orden de ideas dió forma rimada y cantada a la gramática y a las descripciones del cuerpo humano, lo mismo que a conceptos de creencias católicas y a reglas de higiene o de buenas maneras.

Intentos meramente personales, los nuevos métodos didácticos que Bonifaz consideraba superiores e infalibles, no lograron hacer adeptos entre los maestros y en cambio, pese a las protestas y defensas del inventor, fueron objeto de informes desfavorables emitidos por comisiones facultativas encargadas de su examen por las autoridades escolares correspondientes.

No es posible negar, sin embargo, que analizada la copiosa bibliografía del maestro Bonifaz, que difundió sus libros y textos en varias ediciones hechas en una imprenta propia, se encuentran en ella ideas, nociones y atisbos adelantados a su tiempo, sobre todo en materia de fonética.

Derecho. corpulento, de larga melena y campanuda voz, tenía el maestro algo de arquitectural y solemne que llevaba a pensar en un actor de teatro, con su gran levita cruzada y su sombrero blanco de copa alta,

Popular y muy estimado llegó “el buen viejo al ocaso de su vida sin ver a su alrededor más que caras

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