Página:Fernández Saldaña - Diccionario Uruguayo de Biografías (1810-1940).djvu/258

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de que incluido en la lista de los deportados en la barca Puig, fué eliminado luego con aquel artero propósito. Por su parte, Bustamante tampoco moderó un momento el tono de sus críticas ni bajó la voz de su protesta.

En idéntica doble actitud de oposición y retiro mantúvose en los periodos gubernativos de Vidal y de Santos.

Celebrada la conciliación de 1886, recién creyó que podía reingresar a la política sin desmedro cívico y aceptó una banca de diputado en la presidencia del general Tajes el año 1888, votado por el departamento de Canelones.

Al fundarse el Banco Nacional, el Dr. Bustamante fué el ciudadano designado para presidente del nuevo instituto de crédito y en ese cargo permaneció hasta que el banco, en falencia, hubo de cerrar sus puertas.

Electo senador por el departamento de Canelones en 1890, su salud estaba ya tan afectada que sólo con dificultad pudo trasladarse hasta el recinto cuando se inauguraron las sesiones el 13 de febrero de 1891. Se necesitaba un espíritu como el suyo para imponer al depauperado cuerpo un esfuerzo semejante, pero al cabo de una semana, el 22 de febrero, dejó de existir.

Al ser inhumado en el Cementerio Central, el Presidente de la República Dr. Julio Herrera y Obes dijo una magistral oración fúnebre que conmovió a la concurrencia y constítuye una de las piezas de alta elocuencia de aquel esclarecido ciudadano. (Inserto en “El Siglo”, Montevideo, 25 de febrero, 1891).

Hombre que inspiró más respeto que simpatías, se le ha reprochado al Dr. Bustamente con verdad, su intransigencia de ideas y una acedumbre hacia los adversarios que el tiempo no atenuó precisamente, según lo prueba su discurso en la Convención del Partido Colorado el 10 de octubre de 1887.

Acusado de veleidades de anexionismo platense, en ésto hay también su parte de exactitud. Francisco Bauzá se lo enrostró en la Cámara en 1838 y él supo defenderse briosamente del reproche.

Pero a pesar de todo, juzgando con una perspectiva de medio siglo, el Dr. Pedro Bustamante aparece como un ciudadano de virtudes fundamentales, tallado en una sola pieza, y el cual, pese a sus reconocidos defectos, continúa siendo una lección viviente de dignidad para los hombres acomodaticios o invertebrados deshonra y mácula de la República.

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