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CARABALLO, FRANCISCO

Militar que alcanzó grado de brigadier general y tuvo gran actuación en las luchas internas en que se moldeó la República. Por línea materna descendía de portugueses y había nacido el 21 de enero de 1798 en la antigua jurisdicción de Paysandú que abarcaba el Norte del Río Negro, aunque hay quien afirma que fué en Canelones.

Sargento de brigada en las milicias de San José en 1832 y alférez el 12 de junio del año siguiente, se le promovió a teniente 1° en las mismas fuerzas el 1° de febrero del 33.

Capitán el 14 de abril de 1840 en la división de operaciones al Sur del Río Negro, era mayor de caballería en el combate de Daymán (Salto) en mayo del 46, combatiendo a las órdenes de Garibaldi y tuvo el insigne honor de que éste recordara su bizarría, citándolo por el nombre en sus “Memorias Autobiográficas”.

Transferido al arma de infantería pasó a engrosar las filas de los sitiados de Montevideo, sirviendo en el 2° Regimiento de Guardias Nacionales en la línea exterior de la plaza, en 1849.

La paz de 8 de octubre lo desmovilizó y recién se le vuelve a encontrar en actividad en el turbulento año 1855, cuando, el 1° de setiembre, el gobierno del general Venancio Flores le dió grado de coronel de caballería de guardia nacional.

El 4 de enero de 1956, en la presidencia interina de Manuel Basilio Bustamante, fué designado Jefe Político y de Policía del departamento de Paysandú y el día de expirar el gobierno, el 29 de febrero, recibió el ascenso a coronel de caballería.

Gobernando Gabriel Antonio Pereira fué dado de alta en el ejército de línea en su propia clase por resoluición de 28 de marzo del 57, en días en que se contemporizaba con los elementos militares colorados procurando neutralizarlos alrededor del fusionismo. Sin embargo, Caraballo estuvo con los suyos en cuanto el coronel Brígido Silveira se puso en armas a fines del mismo año, por cuyo motivo, una vez sofocado el movimiento, lo dieron de baja en los cuadros del ejército, en fecha en que el coronel ya había conseguido escapar a la persecución pereirista y, cruzando el Uruguay, estaba seguro en Entre Ríos, donde el gobernador Urquiza le dió inmediato empleo en les fuerzas de la Confederación.

Pero el general Venancio Flores, que venía prestando servicios al gobierno de Buenos Aires, supo ganarlo bien pronto para esta causa y abandonando Entre Ríos, Caraballo se incorporó a las filas porteñas, para revistar entre los jefes del ejército de la provincia segregada, en calidad de coronel de línea.

Participante en la campaña de 1859 como jefe de caballería en la batalla de Cepeda, el 23 de octubre, en 1861, bajo el mando del general Mitre, tuvo brillante comportamien-

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