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CASARIEGO, PLACIDO

Militar, 2° jefe del Regimiento de Artillería cuando firmó el famoso documento del 15 de enero de 1875, por el cual los jefes de la guarnición de la Capital dieron al país un gobernante de hecho.

Había nacido en Montevideo el 5 de octubre de 1848 y empezó a servir en 1865 en calidad de soldado distinguido de artillería, marchando a la guerra del Paraguay dónde permaneció largos meses en campaña. Ascendido a alférez en octubre del 65 y a teniente 2° en julio del 86, en Tuyuty, regresó al país con grado de teniente 1°, que poseía desde el 25 de agosto de 1868.

Capitán el 11 de enero de 1870, sirvió en el 1er, escuadrón de artillería contra los revolucionarios blancos de Timoteo Aparicio, siendo promovido a sargento mayor el 15 de enero de 1872.

Era 2° jefe del Regimiento de Artillería cuando el inicuo motín del 75 vino a perturbar la vida constitucional del país y el 1° de febrero tuvo las presillas de teniente coronel. En la preparación de tan gran escándalo le había tocado vigilar a su jefe y trabajar el regimiento para el caso de que el teniente coronel Miguel Antonio Navajas no entrara en la combinación, como al fin entró.

Para combatir la Revolución Tricolor, protesta armada del país contra el golpe del 15 de enero, Latorre agregó al Ejército del Norte, que debía mandar el general Enrique Castro y que después mandó él como Ministro de Guerra, la mayor parte de la artillería. Pero la puso bajo el mando de Casariego y prescindiendo en todo de Navajas. La corta pero resolutiva campaña de setiembre-octubre de 1875, tan próximo y adicto a Latorre, le debía valer muchísimo.

Y así, en cuanto asumió el poder dictatorial, exoneró a Navajas del comando del regimiento el 11 de marzo de 1876, para dárselo a Casariego.

Fué el segundo decreto militar de su dictadura: el primero designaba Ministro de la Guerra al coronel Eduardo Vázquez, el antiguo ministro de Ellauri en el gobierno legal.

Mantuvo Latorre durante casi toda su larga y oprobiosa dominación una simpatía y una confianza particulares hacia el teniente coronel Casariego que, de buen oficial y buen jefe — a la manera de entonces naturalmente — se convirtió poco a poco en un jefe descuidado de su unidad y de su carrera, a punto de delegar todas las responsabilidades del cargo en su segundo. Latorre, en esa tesitura, consintió cosas que no toleraba a nadie, y lo que es más, lo defendió contra todas las asechanzas de Máximo Santos, manifestadas en cuanto éste comenzó a perfilar sus ambiciones.

Una situación así no podía prolongarse aunque Latorre mandaba y su separación fué resuelta el 13 de enero de 1879, quedando a cargo de la unidad el coronel Máximo Santos,

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