Página:Fernández Saldaña - Diccionario Uruguayo de Biografías (1810-1940).djvu/338

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baco en Villa Colón y hacía obra de docente desde la cátedra de la Comisión Central de Agricultura, en una serie de lecciones que el gobierno hizo publicar en un opúsculo hoy muy raro.

De acuerdo con el Barón de Mauá, Cominges practicó algunos estudios para la canalización del Río Negro y del arroyo de las Vacas, pero un buen día puso fin a su campaña periodística en Montevideo, y en busca siempre de horizontes mejores y más amplios, pasó a residir en la Argentina.

Con anterioridad había estado en ella visitando el Chaco, medio explorador, medio en empresario de colonias y en el transcurso de sus viajes contrajo el paludismo del que nunca curó del todo, siendo sus consecuencias las que lo llevaron al sepulcro en la capital argentina el 13 de enero de 1892.

El Dr. Matías Alonso Criado reunió en un tomo titulado “Obras escogidas de don Juan de Cominges” impreso en Buenos Aires en 1892, los principales escritos de su compatriota.


CORDERO, JOSE MARIA

Educacionista con largos y distinguidos servicios a la causa de la enseñanza, decano de los maestros del Uruguay a la hora de su deceso.

Nacido en Cádiz en 1823, tuvo más de medio siglo de residencia en el país, pues su venida de España remontaba a 1838. A poco de trabajar como empleado de comercio, varió de actividades entrando en el Colegio Oriental de Juan Manuel Bonifaz.

Establecido luego con una escuela que dirigía personalmente, la titulada Guerra Grande interrumpió sus trabajos en Montevideo, por lo que Cordero pasó a situarse en el campo sitiador del Cerrito bajo el patrocinio del general Oribe, donde reabrió su colegio.

Más tarde, radicó en la Villa de la Restauración (el barrio de la Unión actualmente), y en sociedad con Cayetano Rivas tuvo una escuela, No duró mucho el consorcio sin embargo y Cordero volvió a trabajar solo.

Pacificada la República fundó en 1852 el Liceo Montevideano, logrando hacer de él un establecimiento modelo para la época.

Miembro dedicado del Instituto de Instrucción Pública, y de los fundadores de la Sociedad del Magisterio, hizo abandono de la dirección del Liceo recién en julio de 1880. “Cuarenta años de enseñanza — decía al despedirse — habían labrado en su organismo los desperfectos consiguientes y necesitaba algún descanso para vigorizar las fuerzas perdidas.”

Sin llegar nunca a recuperar del todo la salud, una inminente reagravación de sus achaques lo arrastró a poner fin a su vida, el 10 de diciembre de 1891, cuando contaba ochenta años de edad.

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