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COMINGES, JUAN de

Agrónomo español, cuyo nombre se une a porción de iniciativas rurales en nuestra República, a la cual llegó en 1870 con títulos de Primer Alumno de la Real Escuela de Horticultura de España, ex-director de los Reales Jardines de San Ildefonso, Profesor de Práctica de Agronomía de la Escuela Central del Tajo, etc., después de haber sorteado muchas andanzas en la revuelta política de su país.

De origen francés, nacido en Madrid el 9 de enero de 1833, hijo de un oficial de José Bonaparte, el favor de que le hizo objeto por su competencia profesional la reina Isabel II, no lo retrajo de intervenir en una revolución republicana. Condenado a muerte, se le conmutó la pena por confinamiento perpétuo en un pueblo de la provincia de León, pero más tarde lo indultaron y entonces decidió alejarse de España, rumbo al Uruguay.

El presidente de la República, general Lorenzo Batlle, miró con particular interés los proyectos agrícolas de Cominges, hombre capacitado, como el que más, para exponer excelentes planes de trabajo, arquitecturados con técnica sobresaliente y apoyados por un optimismo sin fronteras y una fácil verba.

Resultado de ese alto apoyo fué la creación de una Escuela Central de Agronomía que debía establecerse en Nueva Palmira, empresa de a envergadura por la cual empeñábase con toda la fuerza de su entusiasmo el ruralista Dr. Domingo Ordoñana, que inmediatamente habíase convertido en amigo del técnico madrileño.

La escuela o granja experimental, cuyo heraldo debía ser el primer periódico palmirense que Cominges coadyuvó a fundar en la Villa con el título de “Eco de Palmira”, fracasó antes de entrar en funciones, planteada en un predio donde ni la naturaleza del suelo ni la extensión permitían ensayar tantas y tan variadas especies.

El plan era demasiado vasto, y los cálculos sin base formal, pues el director no poseía sentimiento de la realidad, falto, sobre todo, de voluntad perseverante.

Hombre de erudición dispersa, teórico, Cominges estaría retratado en aquella afirmación suya de que “el mejor cerco es un buen Código Rural”; en su hermosa “Proclama de Nueva Palmira” de 1872, llamando a los emigrantes a quienes exalta las excelencias del país, y en sus ideas y observaciones sobre los médanos de las costas del Este.

Al poco tiempo, solarmente las paredes del gran edificio que concluyó en ruinas, recordaban la iniciativa malograda.

Durante la dictadura de Latorre, por sugestiones de Ordoñana, aceptó en 1876 la dirección de “La Tribuna”, diario de orientación oficialista, mientras reanudaba labores de experiencia con sus plantas de ta-

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