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CORONADO, Antonio HIPOLITO

Jefe militar valeroso pero de malos antecedentes, elegido por el dictador Lorenzo Latorre como segundo de la serie de ejecuciones de orden personal, que tan negra fama dieron a su período gubernativo, serie que inició en Montevideo Eduardo Bertrand. (Ver este nombre).

Nacido en el pueblo de Belén, departamento de Salto, probablemente en el año 1840, existen dudas acerca de la exactitud de su apellido, no faltando motivos para pensar que el verdadero, suplantado luego por alguna cuestión, fuese Cardozo, el mismo que usaba un hermano suyo. o Cirio, por el cual se le conocía en Corrientes.

Pasó los años de su juventud repartidos en sus pagos salteños, la frontera del Brasil y la provincia de Corrientes, en vida ganada en forma aleatoria, donde sacó fama de peleador y de guapo.

Mientras se preparaba en Entre Ríos el movimiento revolucionario del general Flores, sirvió como chasque y activo elemento de ligazón entre los grupos de gente de armas diseminados en los pueblos. o escondidos en los montes a lo largo de la costa argentina, y finalmente invadió como simple soldado, entre los hombres que el comandante José Gregorio Suárez aportó al jefe rebelde en abril de 1863.

No hay constancia alguna de su carrera de soldado anterior al año 1868, cuando el 13 de abril de este mismo año, en el gobierno del general Batlle, le da de alta en el ejército por orden superior, como sargento mayor graduado.

Los ascensos anteriores debieron ser todos de milicias y en las filas revolucionarias floristas, pero sin rasgo personal que lo perfilase, pues no se ha encontrado cita de su nombre en ningún papal.

El 25 de agosto del propio año 68 se le promovió a teniente coronel graduado y el 25 de abril de 1869 fué baja por haber pasado a servir a la Argentina, Coronado, en esta época, formaba parte del ejército nacional de operaciones contra el gobierno del Paraguay, pero, inquieto y sin concepto claro de sus deberes militares, hizo abandono de su puesto para tomar parte en una revolución de la provincia de Corrientes, como jefe de vanguardia del coronel Nicanor Cáceres, Hecho prisionero, los vencedores lo enviaron bajo custodia al otro lado del Paraná, entregándolo al jefe de la División Oriental, a le cual vino a quedar adicto aunque que no se regularizara su situación en el ejército. En esas condiciones se le confió, no obstante, el mando de una atrevida expedición proyectada contra la fábrica de armas y fundición de hierro de Ibicuy, desde la cual se aprovisionaban los ejércitos de López. Coronado pudo desempeñarse con todo éxito, tomando por asalto y destruyendo la posición enemiga, el 15 de mayo de 1869. Sin embargo, levado por sus malos ins-

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