Página:Fernández Saldaña - Diccionario Uruguayo de Biografías (1810-1940).djvu/384

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a Buenos Aires al cabo de un año de vida en Colonia, ciudad donde se avecindó de nuevo en 1830, perseguido por el rosismo naciente y donde, muy pobre, se hizo maestro de los hijos de sus compatriotas emigrados.

Al establecerse en 1831 la escuela del pueblo de Las Vacas, De la Sota fué nombrado preceptor de ella, pasando en setiembre de 1832 a desempeñar igual cargo en la Escuela Pública de Niños de Montevideo, con título de Preceptor Normal del Estado.

Se consagró entonces con afán a cuestiones pedagógicas, procurando renovar los métodos de estudio y hacer que la escuela diera más frutos, conforme a un plan de enseñanza que fué elevado al gobierno y aprobado por éste el año 1833, para experimentarse al año siguiente.

Esta faz de la vida de De la Sota, todavía sin estudiar, añadirá a su nombre nuevos títulos como factor del adelanto educacional del país.

Oficial 19 de la Jefatura de Policía de la Capital, con retención del cargo docente, tuvo además de sus obligaciones facultativas la tarea de “inspeccionar la escuela y cuidar de su conservación y progresos”.

Su permanencia en la jefatura fué corta, pero volvió al mismo destino el 17 de noviembre de 1838, al triunfo de la revolución riverista. En el ejercicio de este cargo redactó un meditado proyecto de Reglamento General de Policía para la República Oriental del Uruguay, trabajo elevado a la superioridad en abril de 1840.

Oficial 1° de la cámara de representantes el 6 de diciembre de 1841, después de interinar un tiempo la secretaría, entró a ocupar ésta el 30 de marzo de 1842, por fallecimiento del titular.

Hombre de carácter difícil — a lo que parece — los años del secretariado se sindicaron por varios enojosos conflictos de orden interno, a los cuales puso fin la cámara el 4 de febrero de 1846, destituyendo a De la Sota del cargo. Al cabo de dos años de alejamiento, la Asamblea de Notables, instituída durante la Defensa de Montevideo, le confió funciones semejantes por todo el término de sus trabajos, y reconstituídos los poderes constitucionales con la sexta legislatura, en 1851, continuó como secretario de la cámara de representantes, para jubilarse al año siguiente.

Votado senador por Tacuarembó para la doble Asamblea de 1853, fué reelecto en los comicios de 1854.

Paralelamente a sus destinos administrativos y a las atenciones que debió exigirle su puesto de legislador, De la Sota tuvo marcada y permanente predilección por las disciplinas históricas, y su interés y sus búsquedas en tal sentida le permitieron colectar un abundante fondo de documentos y papeles que Andrés Lamas, atribuyéndoles una riqueza excepcional, procuró tenaz pero inútilmente hacer suyos.

Hijos de su tarea de investigador

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