Página:Fernández Saldaña - Diccionario Uruguayo de Biografías (1810-1940).djvu/385

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de nuestro pasado, corren impresos: Historia del Territorio Oriental del Uruguay, 1841; Catecismo Político e Histórico de la República Oriental del Uruguay, 1850, del cual salió una segunda edición corregida y aumentada en 1855; y en 1857, una impugnación a los errores del Dr. Martín de Moussy, en su Memoria sobre la Decadencia de las Misiones Jesuíticas.

Restaron inéditos y siguen enredados hasta ahora en un pleito de familia, los originales que llevan por título “Cuadros Históricos de la República Oriental del Uruguay”, manuscritos acerca de los cuales y de su valor se ha conjeturado mucho. De acuerdo con un informe del doctor Pedro Mascaró, capacitado Director de la Biblioteca Nacional — del año 1884 — merecían ser pagos por los veinte mil pesos en que eran ofrecidos en venta al Gobierno, Divididos en dos tomos, la primera parte constante de 330 fojas manuscritas y la segunda de 693, se hallan todavía depositados en la oficina actuaría de un juzgado, pero varios estudiosos han podido hojearles y valerse de ellos en puntos de manifiesto interés.

Primer historiador de la República en orden de tiempo, don Juan Manuel de la Sota falleció e Montevideo el 10 de diciembre de 1858.

Ariosto D. González, en su libro “Política y letras”, publicado en 1937, y que sirvió para la redacción de esta ficha, estudia con abundancia de datos la vida de este ciudadano.


DE LA VEGA, CARLOS

Educacionista de prolongada labor, director de varias escuelas, entre las que sobresalió el Colegio Oriental.

Nacido en Italia en 1828, adquirió en su país vastos conocimientos. Hay motivos para creer que abandonó la patria escapando a las persecuciones políticas, gracias a un pasaporte donde se registraba el nombre español, que una vez en el extranjero, adoptó definitivamente.

Después de muchos años de docencia en distintos establecimientos de la capital, fundó el Colegio Oriental, cuyas puertas se abrieron el 1° de febrero de 1863 con caracteres de acontecimiento metropolitano, pues se trataba de algo así como un internado modelo, con casa propia edificada expresamente en la esquina de 18 de Julio y Caiguá hoy Eduardo Acevedo) que luego ocupó la Escuela de Artes y Oficios, paraje que en la época resultaba ideal, pues alejado del casco urbano, estaba ligado a él por el mejor camino existente.

En el marco de disciplina del Colegio, que era su crédito especial, entraba cierta ordenación militar del alumnado, con un vistoso uniforme de levita reglamentario.

El Colegio Oriental, donde tuvieron plaza alumnos de la mejor condición social, incluyendo porteños, no llegó a funcionar sino muy pocos años por dificultades financieras y De la Vega volvió a las antiguas ta-

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