Página:Fernández Saldaña - Diccionario Uruguayo de Biografías (1810-1940).djvu/561

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gresó a la capital cuando comenzaba el año 17 y la ciudad estaba próxima a caer en manos de los portugueses. El 20 de enero la ocupación de la plaza era un hecho y el Cabildo, aceptando el nuevo amo, no titubeó en seguir actuando presidido por el general extranjero que por medio de la fuerza se había constituido en gobierno.

La conducta de Giró y sus colegas en estas circunstancias no tiene disculpas, y en su caso concurría la circunstancia de tratarse, como se trataba, de un ciudadano de capacitación amplia y de posición desahogada. Obediente al gobernador Lecor, ni siquiera se detuvo ante la demasía de poner su firma en la famosa acta secreta de enero del año 19, de acuerdo con la cual se entregaba a Portugal un gran pedazo de nuestro territorio a cambio de una farola o vigía a construirse en la Isla de Flores. Claudicación increíble, el propio Juan VI la tuvo por acto tan inferior, que se negó a aceptar el nuevo límite que los cabildantes le brindaban despreocupados. El trueque, por voluntad real, vino así a quedar nulo y Lecor en una posición desairada que, desde luego, poco lo afectó, demostrando en el caso tanta falta como de escrúpulos.

Antes de concluir el año 19 Giró fué a Río Janeiro en comisión del Cabildo, a reiterar la adhesión de la provincia al rey de Portugal y de regreso contribuyó, en 1820, a que los últimos jefes de la resistencia patriota depusieran las armas.

En los días del conflicto entre lusitanos y brasileños, su actitud en el Cabildo capitalino fué distinta y si bien los sucesos corrieron con rumbo contrario a la causa nacional, Giró, con la Sociedad de los Caballeros Orientales, supo tomar una altura dignificante.

Sospechado por esta última posición de que estaba en trabajos subversivos — lo cual era positivo — fué preso y encerrado en un pontón no conoció que Lavalleja había invadido la Cisplatina en son de guerra.

Pudo recuperar la libertad y de inmediato evadirse de la capital yendo a refugiarse en Buenos Aires, para volver en 1826 al territorio nativo, incorporándose al ejército patriota.

El 20 de agosto del propio año, siendo Lavalleja Gobernador y Capitán General de la Provincia, fué designado Secretario General del Gobierno.

Electo diputado por Maldonado a la Asamblea General Constituyente y Legislativa, ingresó a ella el 22 de noviembre de 1828, cesando en sus funciones cuando pasó a ser Ministro de Gobierno y Relaciones Exteriores del gobernador Rondeau, cargo que mantuvo hasta que el general lo sustituyó el 10 de setiembre de 1829.

De nuevo al frente de la misma cartera el 26 de abril de 1830, siendo gobernador Lavalleja, dejó el gabinete cuando Rivera asumió la

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