Sarandí, interviniendo personalmente en la distribución de las plantas y en todos los detalles de orden técnico. Hallábase habilitado para ello, pues además de sus conocimientos en materia oficinesca, poseía vasta ilustración y era pintor aficionado, del que se conservan algunas escenas camperas, discípulo de Besnes e Irigoyen y amigo de Blanes.
Doblado por una antigua enfermedad que un trabajo ímprobo y sin tregua latigueó bruscamente, pasó una temporada en una chacra de Toledo, en busca de alivio. Aunque comprendía que no era posible exigir mejoras muy rápidas, tampoco se resignó a esperar — bastante pesimista — a que llegasen y retornó a la ciudad para reanudar sus funciones desde la cama, en su casa de la calle Uruguay y Ciudadela, donde el 19 de abril de 1868 tuvo fin aquella vida tan útil.
Pocos días después presentóse a la cámara de diputados un proyecto de ley por el cual se pensionaba con la mitad del sueldo a su señora viuda y a sus hijos, obteniendo inmediata aprobación.
Es un proyecto fundado en brevísimos términos: la enumeración sucinta de la carrera militar y administrativa y en seguida este argumento sin levante: “Sabido es que el hombre honrado ocupando un destino público, jamás puede hacer economías para dejarlas a sus hijos y siéndolo, en alto grado, Alejandro Gutiérrez, es de presumir que sus ocho hijos y su viuda hayan quedado en la indigencia”.
