HARRIAGUE, PASCUAL
Viticultor, campeón de la industria viti-vinícola en el norte de la República, compartiendo con Francisco Vidiella la gloria de un triunfo de la perseverancia y del trabajo que tantos beneficios debía reportar a la Nación.
Francés, nativo de Hasparren, país vasco, donde había visto la luz en 1819, llegó a Montevideo el año 38, cuando a la conclusión del movimiento revolucionario riverista se inauguraba un ciclo de paz lleno de promesas para los hombres de labor.
Después de ganados los primeros pesos de América como peón en un saladero del Cerro, trasladóse a San José como dependiente de pulpería, y de allí vino a sacarlo un conocido y paisano, Juan Claverie, para llevárselo al Salto y habilitarlo a fin de que pudiese trabajar por su cuenta y en su oficio dedicado a la curtiembre de cueros, en un establecimiento primitivo y pequeño, que Harriague supo delantar para transformarlo después en grasería y fábrica de jabón y velas.
Perjudicado por los daños que le ocasionó la toma del Salto por las fuerzas oribistas al mando del general Servando Gómez, en 1847, a punto de verse en el caso de empezar de nuevo, ocupóse después de la paz del 51, en negociar en piedras finas, ágatas, cuarzos, etc., explotadas en el departamento.
Pero su destino era el que le tenía señalado su primer oficio en el Cerro y junto con Claverie volvió a dedicarse al ramo de saladero, logrando redondear una respetable fortuna y hacerse dueño del gran establecimiento de La Caballada, que tomaba su nombre de la vuelta del río Uruguay, cuatro kilómetros al sur de la ciudad de Salto.
Interesado siempre por cuestiones de agricultura, pensó ensayar en