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sus tierras el cultivo de la viña, dedicando largos ratos, a experiencias realizadas personalmente en una chacra que poseía en San Antonio cshico, paraje destinado a ser, con el andar del tiempo, la más privilegiada zona vitícola salteña.

Sucesivos tanteos remontados al año 1860, no dieron resultado de clase alguna en cuanto a la aclimatación de un tipo de uva negra que acriollada y prosperante pudiera utilizarse para la elaboración de vino, y al fin abandonó los ensayos, aunque la atención por el problema no dejara de ser constante.

En 1874 reinició sus pruebas con una cepa francesa que cierto paisano suyo tenía ensayado con buen éxito en Concordia, Entre Ríos, río por medio con el saladero de La Caballada, buscando la producción de un “tipo Burdeos”.

Esta vez Harriague había dado con la solución del problema. Sabedor de la especie que en las tierras calientes salteñas prosperaba, distribuyó los sarmientos en 35 hectáreas Vecinas al saladero y dos años después se cosechaban uvas salteñas aptas para la vinificación.

En 1883 las tres bodegas construidas en la granja almacenaban trescientas bordalesas de vino tinto, que en el 87 llegaban a mil, contándose fuera del tipo común, caldos diversos como blanco seco, Barsac dulce, etc.

El gobierno de Tajes concedió a Pascual Harriague una medalla especial “por su personal constancia y patriotismo en la solución de un problema que interesaba tanto al país”, igual a la que se otorgaba a Vidíella a semejantes títulos.

Poco después, la plaga de la filóxera, que tenia asolado a los viñedos del mundo, apareció en la República amenazando de muerte la próspera nueva industria. Harriague, que viajaba por Francia en busca de alivio para sus achaques, falleció en París el 14 de abril de 1894, probablemente con la preocupación del estrago tremendo que el devastador insecto norteamericano iba a ocasionar a nuestras jóvenes cepas.


HEQUET, José ADOLFO

Dibujante y litógrafo. Francés, nascido en Burdeos en 1826, trasladóse a la República en 1858, llamado por su compatriota Luciano Mege, que entonces explotaba un gran establecimiento gráfico. Su primer triunfo artístico lo constituyó el retrato del teniente de marina norteamericano Gillis, salvador de los náufragos de la barca Filomena perdida en la bahía de Montevideo. El dibujo original encabezaba el álbum que la capital obsequió al marino.

A este trabajo siguieron los retratos de la artista Lagrange y del almirante brasileño Lamego Costa, En 1859 llamó la atención pública con una figura de cuerpo entero del presidente Pereira,

Las litografías trabajadas por Hequet se caracterizan por una gran finura de trazo y un acabado com-

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