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sando al Estado Mayor Pasivo y continuó en esa situación hasta el 9 de diciembre de 1863, fecha en que el gobierno de Berro lo dió de baja del ejército, declarándolo traidor, por sabérsele incorporado a las fuerzas revolucionarias coloradas que acaudillaba el general Flores.

Tenía en el ejército de Flores el mando de la 2ª división el día del ataque a la villa de la Florida — 4 de agosto de 1864 — y fué muerto de bala en una carga a 40 metros de un cantón, momentos después de dejar emplazada una pieza de artillería.

En abril de 1876, sus restos, exhumados del cementerio de Florida, recibieron sepultura definitiva en Montevideo con todos los honores militares y con asistencia del gobierno en corporación.


LÓPEZ, JOSÉ MARÍA

Educador, español de nacionalidad, colaborador decidido e inteligente de la Reforma Escolar.

Había nacido en La Estrada, España, en 1846.

Fué López el primer maestro que ensayó en su escuela del Cerro de Montevideo la enseñanza de prácticas agrícolas a sus alumnos, de acuerdo con un plan que debía des- arrollarse en las escuelas rurales. La idea correspondió a dos hombres beneméritos por sus servicios al país: Lucio Rodríguez y Federico Balparda, pero López fué, en 1877, el encargado de llevarla a la práctica en una manzana de terreno de la villa que, destinada a plaza pública, estaba hecha un yermo y. en la cual otro ciudadano benemérito, Emilio Romero, costeó la excavación de un pozo y distribuyó los canteros, donando, además, un arado mecánico.

La escuela de 2° grado regenteada por López en el Cerro tenia el N° 11, y en ella trabajó gran parte de los dieciséis años constantes de carrera magisterial, al fin de los cuales había contraído una dolencia incurable.

Su dedicación y su bondad granjearon al preceptor la honda simpatía popular que la acompañó cuando, en procura de alivio para sus males, trasladóse a Europa para consultar médicos especialistas.

Allí, en posesión del diagnóstico y del pronóstico, no quiso demorar un día más, y se puso en viaje de retorno a la vuelta del mismo vapor “Equateur”, en que había ido. Seguro de que se le escapaba rápidamente la vida, quiso rendirla entre los suyos y en su patria de adopción.

No alcanzó a morir en tierra uruguaya, pero murió tan próximo frente a Montevideo, el 31 de octubre de 1882, que la comisión de homenaje que acudió a recibirlo en la rada, halló el cuerpo tibio todavía.

Al año siguiente las cámaras asignaron a su viuda Josefa Vidaur, educacionista también, y a sus hijos menores, una pensión por gracia especial.

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