Página:Fernández Saldaña - Diccionario Uruguayo de Biografías (1810-1940).djvu/774

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empeñado funciones de jefe de la Mesa de Estadística y vocal del Consejo de Enseñanza de la Provincia, pasó a radicarse en Montevideo a instancias del Dr. Enrique Arrascaeta, que lo recomendó y vinculó a ciertos hombres influyentes del gobierno de Pereira, a cuyo servicio compiló un opúsculo “La última de las rebeliones de la República Oriental”, 1858, crónica parcial, acordada al paladar de los vencedores de la hora, del vencimiento de la revolución del general César Díaz epilogada en Quinteros.

En 1858 dió a publicidad una Colección de Leyes y documentos oficiales de la administración de Gabriel A. Pereira, el más completo trabajo de esa índole que se haya hecho en el país, circunscrito a un solo gobierno.

Insistiendo en su propósito de formar colección legislativa, reunió en un tomo las leyes, decretos, tratados y acuerdos correspondientes al primer año de gobierno de Berro, 1860, y a éste siguió el de 1861, pero ninguno de los dos sostiene sombra de paralelo con el Registro Pereira.

Aficionado entusiasta a estudios y exploraciones de mineralogía y poseyendo una valiosa colección de muestras, dió a luz en 1860 un trabajo que lleva por título “Riguezas minerales de la República Oriental del Uruguay”, mientras se ganaba la vida como traductor público o como periodista de ocasión en el “Comercio del Plata”.

Sin embargo, pese a no abundarle ni la salud, ni el tiempo, ni los recursos pecuniarios, las disciplinas históricas concluyeron por absorberle, y trabajó enclaustrado en su casa años enteros, víctima de una rara forma patológica conocida científicamente por agorafobia o terror a los espacios abiertos. Desde su mesa de trabajo, pues, dirigió la búsqueda afanosa en los archivos nuestros y en los de Buenos Aires, Santa Fé, Corrientes, Paraguay y Brasil, de los documentos con que estructuró su conocido estudio sobre Artigas y su época.

Los dos primeros tomos de su trabajo aparecieron en 1985, y el 3°, dedicado al presidente general Máximo Santos, fué publicado bajo sus auspicios en 1886.

Como se dijo antes, constituye su labor un precioso aporte documental y crítico. De esta manera, la obra — en camino entonces — de hacer justicia a un gran calumniado, tuvo un refuerzo de notorio valor, gracias al bajo ahincado de un hombre “venido de Buenos Aires, casado con una porteña y padre de hijos porteños”.

Dos años después de la muerte de Maeso, ocurrida en Montevideo el 12 de julio de 1388, apareció un libro póstumo que lleva por título “Los primeros patriotas orientales de 1811”. Estaba pronto desde hacía tres años y su base la constituía un trabajo hecho para presentarlo a un certamen histórico del Ateneo de Montevideo. Verdadera obra de dolor autor la había dictado desde su sillón de enfermo, quemando eta-

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