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religiosa del Acuerdo de San Nicolás de los Arroyos, en 1852. Esto no fué óbice para que, viéndose tildado de mazorquero como Pedro de Angelis, creyese que el ambiente político de Buenos Aires ya no le era propicio, y atravesando el Plata vino a sentar sus reales en nuestra capital. Aquí hizo valer su título de doctor en ambos derechos, y el 17 de enero de 1854 el gobierno provisorio de Flores lo nombró catedrático de Teología y Cánones en la Universidad, en tiempo que ocupaba, desde octubre del 53, el cargo de Cura Párroco de Pando. Con fecha 4 de enero del 58, por renuncia del Dr. Antonio María Castro, M. B, Bustamante lo hizo Rector del Colegio Nacional que funcionaba en la Unión. Cura Párroco de Florida en 1857, azuzó el fanatismo del paisanaje ignaro contra los colonos valdenses — de religión protestante — recién establecidos en aquella zona, siendo necesario que el Ministro de Gobierno, Dr. Antonio de las Carreras, por denuncias formales del reverendo Pendleton, capellán de la Legación Británica en Montevideo, interviniese para frenar al exaltado sacerdote. Monseñor Vera, el 16 de diciembre de 1839, confirióle funciones de Fiscal Eclesiástico. Sin embargo, al estallar el conflicto entre aquel prelado y el gobierno de Berro, el ex-jesuita adoptó una actitud ambigua que Vera de ningún modo había de tolerar, y entonces el presbítero Conde — que ejercía la autoridad eclesiástica durante el destierro impuesto al Vicario por el Poder Ejecutivo — invalidó el nombramiento anterior, declarándolo suspendido “a divinis”.

Terminado lo que se conoce en nuestra historia por el Conflicto Eclesiástico y vueltas las cosas a su primitivo quicio, la aparición de Magesté en el púlpito que le estaba interdicto de tanto tiempo, constituyó para la grey católica un acontecimiento sensacional... “Comenzó el sermón con un exordio que es una condenación de las pasiones rastreras y vengativas, ...Podemos decir que el orador descansaba al parecer de sus congojas, dirigiendo su palabra al pueblo oriental quizá por última vez” (Obras — Tomo IV, pág. 372).

Victima de una larga y dolorosa enfermedad, murió en Montevideo el 24 de diciembre de 1864. Después de su fallecimiento, el presbítero Nicolás Aguirreche, su agradecido discípulo y amigo. hizo imprimir en Barcelona, en 1867, bajo el título de “Obras del Dr. Magesté”, seis tomos de sermones, pláticas y estudios diversos, muy recomendables en el género.

Leyendo en ellos la oración fúnebre pronunciada en San José el 15 de diciembre de 1857 a la muerte del general Oribe, personaje para el cual no tiene elogios suficientes, siendo a la vez una exaltada loa al presidente Pereira, se comprueba con claridad meridiana la apasiona. da militancia de Magesté en nuestra

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