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MANDUCA, CIPRIANO

Nombre por el cual se conoció en la región fronteriza del Brasil, sobre la línea de los departamentos de Cerro Largo y Treinta y Tres principalmente, a Manuel Cipriano de Moraes, titulado jefe de graduación en nuestro ejército, reincidente en sus pretensiones de pasar por hombre importante.

Brasileño, oriundo de Río Grande, era en realidad una especie de pescador de rio revuelto, cuyo nombre se mezcla en enredos político - militares de las épocas más turbias de nuestra historia, apareciendo en el escenario nacional lo mismo con filiación de colorado que con filiación de blanco, pues siempre obraba conforme a las conveniencias y oportunidades de la hora.

Durante la revolución del coronel Timoteo Aparicio sirvió como blanco y el 26 de agosto de 1870, al mando de fuerzas muy superiores, procedente del Brasil, atacó la villa de Artigas de Yaguarón, donde el mayor Luis Beltrán resistió valientemente, obteniendo al fin una capitulación honrosa.

En el medio desorganizado por la guerra civil, Moraes creció en audacia al punto de proceder al cobro de impuestos, obligando al coronel Angel Muniz, jefe de vanguardia de Aparicio, a improbar y rechazar formalmente, a principios del año 72, las órdenes firmadas por el riograndense — con fines de lucro — autorizando la extracción de ganados para el Brasil, cosa que estaba prohibida.

En la presidencia de Ellauri, en 1874, en compañía de Bergara y de Palmer, anduvo merodeando por la línea fronteriza en tren de invadir.

Los escandalosos días del Año Terrible fueron, desde luego, los grandes días de Manduca Cipriano, cuando el gobierno usurpador de Pedro Varela, por recomendaciones del mismo general Aparicio, le confirió la Comandancia del departamento de Cerro Largo para que combatiese la Revolución Tricolor. Entonces timbró su papel adjudicándose el grado de general, y con ese título y a la cabeza de lo que llamaba la División de Cerro Largo, entró triunfalmente en Melo, abandonada por los revolucionarios principistas, el 17 de octubre de 1875.

Cambiaron las cosas en seguida de asumir la dictadura el coronel Lorenzo Latorre en marzo de 1876 y Manduca Cipriano no sólo se vió exento de todo apoyo oficial, sino que fué perseguido y tuvo que volver a su tierra para domiciliarse en la ciudad de Yaguarón,

La prensa latorrista se encargó, mientras tanto, de cubrirlo de ridículo, negándole cualquier mérito, desconociéndole actuación militar y haciéndose lenguas de sus fechorías, reales o supuestas, de uno y otro lado de la línea fronteriza.

Desde el Brasil continuó Menduca mezclándose en intrigas y planes políticos, a punto de que en 1880 el gobierno uruguayo lo denunció ante el brasileño por intermedio de nues-

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