Página:Fernández Saldaña - Diccionario Uruguayo de Biografías (1810-1940).djvu/898

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nía ocupándose de la conservación de carnes por medio del frío, resolviendo asociarse a su empresa.

La revolución blanca del coronel Timoteo Aparicio tuvo en Nin Reyes, que había vuelto de Europa, un elemento de actividad constante, siendo él quien organizó el Comité de Buenos Aires en 1870. Más tarde indujo al general Medina a invadir la República a su turno, con una fuerte expedición, y luego él mismo vino a reunirse a los combatientes atravesando el Uruguay junto con el coronel Egaña, conduciendo cuatro piezas de artillería.

Sin embargo, disidencias surgidas en las filas del nacionalismo revolucionario lo pusieron en la obligación de abandonar el ejército de Aparicio y volver al extranjero, de donde no regresó sino después de la paz abril del 72.

Electo diputado en las cámaras del 76, corrió la misma suerte de todos sus compañeros cuando el coronel Latorre, proclamado Dictador, desentendióse de ella, ahorrándose hasta el trabajo de dar un decreto de disolución.

Terminada así su vida política. Nin Reyes sólo volvió a la administración como Director de Estadística y por corto tiempo, en el gobierno de Santos.

Sus energías se concentraron en actividades industriales y comerciales. Fué, desde este punto de vista un verdadero hombre de progreso.

De los promotores de la iluminación a gas, planteó una destilería de alcohol en el Manga, hizo tentativas mineras en Tacuarembó y en el Salto, escribió y tradujo muchos artículos de información útil y vertió al español el tratado de Economía Política de Boccardo, que fué impreso en Buenos Aires en 1873.

Al fin de sus días, casi, perseveraba aún en la solución del problema de las carnes enfriadas, cuya posible solución con sus ventajas incalculables debería hallarse con el tiempo.

Falleció en Montevideo el 7 de noviembre de 1896.


NIN Y GONZALEZ, PABLO

Caligrafo y dibujante, nacido en Montevideo el 4 de noviembre de 1835. En el Colegio de los Escolapios, donde hacía los estudios generales de la época, fué señalado entre sus compañeros por el superior cuidado de sus planas y sus aficiones de dibujante. Puesto bajo la dirección del pendolista Besnes e Irigoyen, éste sacó de Nin y González uno de sus mejores discípulos, capacitado muy pronto para desempeñarse en labores caligráficas dignas de ofrecerlas — según así sucedió — a personajes de la categoría del presidente Joaquín Suárez y del capitán general Justo José de Urquiza. Este, en ocasión de una visita al Palacio de San José en 1851, dispensóle muchas atenciones, instándole a que permaneciera una temporada en Concepción del Uruguay, para dar clases en su prestigioso Colegio.

El precitado año compuso y dibu-

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