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para sustituirlo con retención de la cartera de Hacienda. La preponderancia del nuevo Ministro hubo, no obstante, de hacerse excesiva y Pereira — presionado por su círculo más íntimo — lo exoneró con un seco decreto de fecha 23 de julio de 1859.

Había, en el fondo de todo esto, una campaña subterránea contra Nin Reyes, enderezada por hombres de su propio partido empeñados en inutilizarlo, atribuyéndole aspiraciones presidenciales que probablemente no eran simples sospechas, pues las conservó hasta los días de la revolución de Aparicio en 1870.

El ministro, que por su parte, tenía conciencia de haber realizado obra eficiente en pro de la restauración de la hacienda pública, se dolió íntimamente de la ingratitud de Pereira, escribiendo en carta al doctor José Gabriel Palomeque: “me han despedido como un sirviente que ha sido infiel a su amo...”

Quedaban de su gestión, en verdad una serie de reformas, acuerdos y disposiciones recomendables, que denunciaban la mano de un buen administrador.

Desde ese momento el ex - ministro se vió sindicado como hombre de guerra y de mano pesada, lo cual no fué obstáculo para que, en setiembre de 1863, el nuevo presidente Bernardo P. Berro, probándolo como diplomático, le diera una misión confidencial ante el gobierno de López, del Paraguay.

Casi en seguida de volver lo designó Ministro de Gobierno el 12 de octubre de 1863, teniendo en cuenta la íntima amistad que, después de los sucesos del 58, ligaba a Nin Reyes con el general Anacleto Medina, el mejor jefe militar con que podía contar entonces el gobierno, para combatir la revolución iniciada el 19 de abril de ese año por el general colorado Venancio Flores. El Ministro y el General Comandante del ejército se garantizaban mutuamente en la marcha política presidencial, y así continuaron hasta el día en que Berro sospechó de la fidelidad de Medina. Nin, en esas circunstancias, dimitió su cargo y casi en seguida el General hizo resignación del mando del ejército.

Mientras tanto, la revolución colorada había tomado un desarrollo extraordinario, contando con el apoyo del Brasil, y Aguirre, sucesor de Berro en el gobierno, demostraba a las claras su impotencia ante las facciones de su propio partido que se destrozaban entre sí.

Un núcleo de elementos radicales creyó necesario dar un golpe de fuerza para constituir un gobierno enérgico y de acción. Nin Reyes y el coronel Coriolano Márquez, militar inquieto y de poco recomendables antecedentes, sospechados de participar en el plan, fueron presos y encerrados en el Fuerte San José, en enero de 1865.

La situación mantúvose sólo pocos días más, y el ex- ministro abandonó el país embarcando para Francia. Allí hizo conocimiento con el industrial francés Carlos Tellier, que ve-

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