Página:Fernández Saldaña - Diccionario Uruguayo de Biografías (1810-1940).djvu/900

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ligionario Bibiano Antuco, durante el gobierno de Santos, Probablemente, estos lamentables e injustificados sucesos fueron así como el colazo de la tentativa revolucionaria ocurrida dos días antes en la ciudad de San José, cuya jefatura asaltó el comandante José Visillac con un pequeño grupo de secuaces, siendo Jefe Político el coronel Casimiro García. (Ver José Visillac).

Fracasado el golpe, vino a repercutir en Porongos, segunda población del departamento de San José, donde el Sub- delegado de Policía coronel Rolando de los Campos, creyó estar en presencia de un hecho de la misma índole.

Cualquiera haya sido el origen del sangriento suceso, los resultados no pudieron ser más deplorables: Juan Nogueira fué muerto en una calle de la Villa —18 de Julio frente a la casa de Romay — la noche del sábado al domingo 6 de abril de 1894, y el cadáver de Bibiano Antuco apareció en las cercanías de la quinta de Bidart, a orillas del poblado. La población pacífica, sin saber a qué atinar, vivió momentos de zozobra, pues hubo tiros y movimiento de gente armada.

La prensa de oposición puso el grito en el cielo al conocer las muertes, y el Ministro de Gobierno Dr, Carlos de Castro, ofició al fiscal Dr. Emilio Giménez de Aréchega, estimulando su celo a fin de que se esclareciera lo acontecido. El Sub - delegado de los Campos fué llamado a la capital, y una vez aquí pidió permiso — que le fué concedido — para acusar criminalmente las imputaciones que se le hacían en el diario “La Razón”.

El proceso judicial incoado por el doble homicidio, demoró siete años en sentenciarse definitivamente y el Juzgado de Crimen en 2ª Instancia condenó a siete años de presidio al autor material; dió por compurgado el delito de los otros complicados y sobreseyó en la parte del coronel de los Campos, por no existir expresión de culpabilidad bastante en el veredicto, que declaró habían sólo vehementes sospechas de que fuera verdad lo dicho por algunos prevenidos, en cuanto a que procedieron por órdenes del sub -delegado (junio de 1891).

La escasa significación de Nogueira y de Antuco como caudillos y no siendo, como en realidad no eran, individuos temibles, contribuyeron a hacer inexplicables las causas de te trágico suceso, que los procedimientos judiciales en que intervino un fiscal insospechable tampoco lograron aclarar. Tal vez no esté desprovista de fundamento la hipótesis, corriente en ciertos círculos de Trinidad, de que el alcohol había perturbada algunas cabezas aquella noche entre la gente de la sub - delegación.


NUÑEZ, ANGEL María

Militar con servicios en las luchas por la independencia, que llegó a ser general en nuestro ejército, a cuyas fué incorporado siendo jefe en

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