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vil, correspondió al coronel Olid y a sus fuerzas el primer choque con los revolucionarios, mandando en Coquimbo la vanguardia del general Servando Gómez, el 2 de junio de 1863. El. combate fué muy duro y el ejército del gobierno quedó derrotado, no siendo ajenas al fracaso las desavenencias que existían entre Olíd y Gómez.

En el mes de setiembre, la Presidencia recabó de la Comisión Permanente la venia legal necesaria para ascender a Olid a coronel efectivo; pero aquél organismo, trabajado por rivalidades políticas, halló modo de aplazar el otorgamiento de la venia “hasta la destrucción de las hordas del traidor Flores”. El Presidente, por su parte, solicitó la reconsideración en su mensaje del 11 de setiembre, “en cuanto los ascensos importaban al mejor servicio del ejército nacional”, consiguiendo su objeto.

Mientras el parlamento le regateaba el ascenso, servía Olid en la vanguardia del general Medina, siendo uno de los jefes más capacitados de que disponía el gobierno.

No obstante continuaban las discrepancias con Berro y con la marcha de su política, mientras las vinculaciones hacíanse más estrechas con un prestigioso grupo de legisladores de oposición a las tendencias absolutistas del Presidente.

El problema de dar un sucesor a Berro, cuyo mando cesaba el 1° de marzo de 1864, se aproximaba mientras tanto y ya por el mes de enero una serie de hechos encadenados parecían confirmar los rumores de que el Presidente propiciaba la prórroga extraconstitucional de su mandato.

Olid, a la sazón en Montevideo, partió ocultamente de la capital rumbo a sus pagos de Minas y Maldonado, dispuesto a protestar contra la presunta prórroga. Berro, ante esa actitud, lo exoneró de su mando militar, emplazándolo a comparecer ante un Consejo de Guerra, por decreto de 23 de enero.

El coronel Bernardino Old no modificó por eso su actitud ni abandonó el mando de sus tropas, quedándose con la división a sus órdenes en las proximidades de la Villa de Rocha.

No consideró, tampoco, que su actual actitud rebelde, hija de cuestiones internas del Partido Blanco, fuese obstáculo para que siguiese combatiendo a los revolucionarios floristas colorados — enemigo común —, y en esa tesitura planeó la sorpresa de una fuerza del comandante Antonio Olivera, que operaba en el departamento de Rocha. La llevó a cabo el 7 de febrero y Olivera, atacado por enemigos mucho más numerosos y mejor armados, abandonó en dispersión el campo del combate denominado “Rincón de los Barrios”.

Pero la fácil victoria vino a ser fatal para Olid, pues en lo más recio del entrevero lo alcanzó una bala, interesándole la columna vertebral. Conducido en una carreta al Brasil, distante algunas leguas, dispuesto a no aceptar los auxilios médicos que le enviaba Berro por vía