ella para no ser nada más que un buen ciudadano y un excelente funcionario, con largos años de servicios rendidos al país en la carrera consular,
Mientras el ex-presidente sitiaba Montevideo, su hijo cursaba estudios en un colegio de Buenos Aires, circunstancia que le permitió vivir en toda su intensidad los días de la terrible dominación rosista. Provino de ésto, ciertamente, algo de la adversión que toda la vida conservó por la política y la vida pública.
De regreso a la tierra natal después de la Paz de Octubre de 1851, entró a formar parte del personal de la importante casa de comercio de Jaime Cibils.
En 1853 acompañó al General su padre cuando el viaje a Europa y en Barcelona contrajo matrimonio con una señorita Pachot-Cibils, sobrina de su principal.
En el interinato de Manuel Basilio Bustamante, se le nombró el 1° de febrero de 1856 Cónsul General de la República en España, conservando dicho cargo porción de años.
Accidentalmente en Montevideo en la época en que se produjo la invasión del general Flores, intercedió en favor de algunos adversarios políticos presos o perseguidos por las autoridades, como José Cándido Bustamante y otros. En la revolución blanca que encabezó en 1370 el coronel Timoteo Aparicio, Felipe Oribe participó con grado de oficial.
El 21 de diciembre de 1882, por un decreto del presidente Santos que refrenda el Dr. Manuel Herrera y Obes, Felipe Oribe reingresó a la antigua carrera en calidad de Cónsul General de la República en España.
Dejó de existir en la ciudad condal, donde gozaba de general simpatía por las bellas condiciones que lo distinguieron siempre, el 19 de febrero de 1884, de una enfermedad del pecho que evolucionó rápidamente.
ORIBE, IGNACIO Abdón
Militar de las guerras de la independencia, brigadier general del ejército, con nutrida foja de servicios en las luchas por la organización del país.
Nacido en Montevideo el 30 de julio de 1795, era hijo de Francisco Oribe, capitán del Real Cuerpo de Artillería, y de María Francisca Viana.
Su carrera de soldado tuvo principio en el año 1812, cuando la provincia alzada en armas bajo el mando de Artigas, entró a secundar la causa de Mayo.
Asistió a los dos sitios de Montevideo, participando de las alternativas con que la discrepancia de idealidades entre nuestro caudillo y los políticos centralistas de Buenos Aires interfirió la lucha por la causa común y permaneció junto a aquél cuando fué preciso combatir
