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en el Estado Mayor Pasivo como teniente coronel de infantería de línea con fecha 2 de mayo del precitado año. Compelido a justificar su calidad de jefe de milicias en un plazo perentorio de quince días, la superioridad puso obstáculos arbitrarios a sus probanzas y luego con manifiesta ligereza e injusticia revocó el decreto de incorporación.

Cuando el Partido Blanco, que había cambiado su nombre por Partido Nacional, se dividió en neto y principista durante la administración del Dr. Ellauri, Arrúe afilióse a esta última fracción, tocándole estar por la causa legalista en los sucesos de enero del 75.

Derrocado el presidente Ellauri para entronizar una nueva situación que avergonzaba al país y que sostenían mancomunadas las fracciones netas de los partidos colorado y blanco, los elementos políticos contrarios organizaron el movimiento armado de la “Reacción Nacional” con propósito de establecer por la fuerza el imperio institucional.

El coronel Arrúe, emigrado en la Argentina, fué uno de los jefes de la reacción e invadió el país por el departamento de Soriano al mando de un plantel de infantes. Después de tomar la ciudad de Mercedes, batió al jefe gubernista Carlos Gaudencio en la jornada de Perseverano el 7 de octubre del 75. Las fuerzas de Arrúe, muy inferiores a las de su adversario, pelearon con singular denuedo pese a tratarse de soldados improvisados, y el triunfo de la revolución fué brillante. Sin embargo, causas múltiples no solo neutralizaron los efectos de la victoria sino que actuaron hasta malograr aquel hermoso movimiento cívico que se conoció por “la Revolución Tricolor”. Arrúe, vencido, tuvo que pasar la frontera del Brasil y volver a Buenos Aires.

Principiaba así una expatriación que sólo concluiría con su vida, y se dedicó a negocios bursátiles en los cuales pudo formarse una desahogada situación pecuniaria.

Un día llegó a Buenos Aires, desterrado, el dictador Latorre y cuadró la oportunidad de que se intentara hacerlo conversar con su antiguo enemigo, a fin de cambiar ideas acerca de la situación de la República, pero Arrúe rechazo en absoluto hasta la idea de una entrevista con el sombrío personaje.

No tuvo participación en el movimiento de 1886 contra la dominación santista y en 1887, gobernando el general Tajes, vino a —Montevideo donde fué presentado al nuevo Presidente.

Se dijo en algún momento que iba a reincorporarse a la vida política del país, pero era una noticia infundada y casi en seguida estaba de regreso en Buenos Aires.

Gravemente enfermo en los días de la revolución nacionalista de 1897, falleció en su voluntario retiro el 4 de noviembre del mismo año. Sin mayores dotes para un mando superior, fué el coronel Arrúe un excelente jefe y un soldado de sereno valor, a la vez que un austero ciudadano.

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