se acuerda de su patria; llora su triste abandono y piensa en Dios, fuente de todo lo bello. ¿Qué más puede pedírsele á un poeta? Nosotros hallamos en esta composición de Heredia una discreta distribución de partes y una lógica de sentimientos que nos encanta. La naturaleza, su juventud, la patria, la inmortalidad y Dios. He aquí su pensamiento. »
Copiemos ahora un fragmento de su poesía La Tempestad :
Huracán, huracán, venir te siento
Y en tu soplo abrasado
Respiro entusiasmado
Del Señor de los aires el aliento...
¿Al toro no miráis? El suelo escarban
De insoportable ardor sus pies heridos;
La armada frente al cielo levantando,
Y en la hinchada nariz fuego aspirando
¡Llama la tempestad con sus bramidos!...
Los pajarillos callan y se esconden
Al acercarse el huracán bramando,
Y en los lejanos bosques retumbando
Le oyen los bosques y á su voz responden.
Llega ya, ¿no le veis? ¡Cuál desenvuelve
Su manto aterrador y majestuoso...
Gigante de los aires te saludo !...
En fiera confusión el viento agita
Las orlas de su parda vestidura...
¡Ved!... ¡ en el horizonte
Los brazos rapidísimos enarca,
Y con ellos abarca
Cuanto alcanzo á mirar de monte á monte!
¡ Oscuridad universal ! Su soplo
Levanta en torbellino
El polvo de los campos agitado;
En las nubes retumba despeñado
El carro del Señor y de sus rueda
Brota el rayo veloz, se precipita,
Hiere y aterra el delincuente suelo
Y su lívida luz inunda el cielo...
¡Sublime tempestad! ¡Cómo en tu seno,
De tu solemne inspiración henchido
Al mundo vil y miserable olvido
Y alzo la frente de delicias lleno!
¿Do está el alma cobarde
Que teme tu rigor?...
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