ma le es hasta cierto punto funesto? ¿De qué le servirían las Filipinas sin los filipinos? Sí, precisamente, dado su sistema de colonización y el carácter transitorio de los peninsulares que pasan á Ultramar, una colonia le es tanto más útil y productiva cuanto más habitantes y riquezas posee. Además, que para destruir á los seis millones de malayos, aun suponiéndoles que están en la infancia y que nunca han de aprender á luchar y defenderse, se necesita cuando menos que España sacrifique una cuarta parte de su población. Esto se lo recordamos á los partidarios de la explotación colonial. Pero nada de esto puede suceder. Lo inminente es que, si la instrucción y las libertades necesarias á la vida humana España se las niega á los filipinos, éstos buscarán su instrucción en el extranjero, á espaldas de la Madre patria, y se procurarán de un modo ó de otro ciertas comodidades en su país. Resultado: que la resistencia de los políticos miopes y raquíticos no sólo es inútil, sino perjudicial, pues lo que pudo ser motivo de gratitud y amor, se convierte en resentimiento y odio.
Odio y resentimiento por una parte, suspicacia é ira por otra, acabarán por fin en un choque violento y terrible; máxime cuando hay elementos interesados en que se perturbe el orden para pescar algo en turbio, para demostrar su valioso poder, para lanzar lamentaciones, recriminar ó activar medidas vio-