El matrimonio del Dante. — Todas estas per- sonalidades se movían, naturalmente, en los pla- nos más elevados de la sociedad. Sobre el matri- monio en las bajas capas sociales, en cambio, es natural que sepamos mucho menos. La poesía, sobre estos extremos, nos da pocas referencias. Algunas más nos ofrece el Derecho. El Derecho consagra a la mujer particular atención y cuida- do: ha de regresar del trabajo antes que el hom- bre, para cuidar a sus hijos, y puede llevarlos consigo al trabajo también, en cuyo caso debe ser bien atendida. Preocupan, sobre todo, las que están próximas a ser madres, incluso a las disposiciones episcopales y eclesiásticas. Se les reserva siempre el primer puesto en los hospita- les. Algunas veces tienen estas atenciones rasgos de una ingenuidad conmovedora; como cuando a la mujer encinta se le permite tomar racimos del viñedo cercado, si tiene particular gusto en ello. En conjunto, los preceptos jurídicos que se refie- ren a la mujer revelan gran atención y cuidados en su obsequio. Pero, en general, ¿cuál fué la perspectiva de los matrimonios en aquel tiempo? ¿Fueron más desgraciados que en los siglos poste- riores o participaron ilimitadamente en la dicha? Esta es, al parecer, una pregunta ociosa. No pue- de prescindir, sin embargo, de hacerla un histo- riador, teniendo en cuenta que el matrimonio medieval y la concepción medieval del matrimo-
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