historia de la mujer. Pero no sólo el tema mismo es comprometido. Nada revela mejor la singular posición de la mujer en la historia que el hecho de que pueda hablarse de una historia de la mu- jer. Si empleáramos los términos de «historia del hombre» o «del mundo masculino», «posición del hombre en la Edad Media», notaríamos sin tar- dar lo sorprendente de esta expresión. La histo- ría universal es la historia de los hombres y de su evolución. Sólo como un accidente aparece la mujer y la historia de su evolución. Se reseñan exclusiva o preferentemente los hechos del hom- bre; se estudia el cambio de los tiempos por los cambios de los hombres, por lo menos en la his- toria política. Sólo en el arte, y en cierto modo en la literatura, recobra la mujer sus derechos histó- ricos. La epopeya y el drama, en la antigúedad, las leyendas heroicas en la Edad Media, ofrecen alguna materia.
Desde el final de la Edad Media existe un movimiento femenino; desde los días de la Don- cella de Orleans, cuando Cristina de Pisan exi- sía la emancipación de la mujer; desde Agrippa de Nettesheim; desde Margarita de Valois, arro- gante esposa de Enrique 1V, que proclamaba la superioridad del sexo femenino, pasando por la señorita de Gournay, que en el siglo xvi afirma- ba la igualdad de los sexos, y por Olimpia de Gouges, quien durante la Revolución pidió para
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