Página:Finke Mujer Edad Media.djvu/152

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doras de lino, bordadoras de oro y tejedoras de seda. Conocemos al detalle el aprendizaje de una muchacha que quería ser hiladora. Kuske lo ha descrito en su artículo sobre la mujer en la indus- tria textil. Por lo pronto, cuatro años de práctica con dos maestras; después examen por el gremio y pago de dos florines de oro como derechos de examen, y sólo entonces podía establecer un ta- ller o una tienda de hilados. Una maestra no podía tener en su taller más que tres asalariadas, y en su tienda, una vendedora. Hay un precepto curioso: cuando muriese la maestra, podía con- tinuar al frente del negocio su viudo.

En los hilados de oro trabajaban también los hombres, encargados ordinariamente de batirlo. Unos y otras tenían oficiales y oficialas que les ayudaban. Interesante es el hecho de que las que trabajaban en tejidos de seda solían comprar grandes cantidades de seda cruda que daban a tejer a las tejedoras, las cuales trabajaban, por tanto, como maestras confeccionadoras a domi- cilio. La situación económica de estos tres gre- mios debía ser muy satisfactoria.

En algunos gremios se daban distintos dere- chos, plenos o restringidos, a la mujer en relación con los hombres. Derechos restringidos, en el caso de viudez, por ejemplo, tuvieron las muje- res de los zapateros y de los herreros en Colonia. Estos derechos les fueron reconocidos dentro de

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