Página:Finke Mujer Edad Media.djvu/160

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de la petición de gracia son el derecho de acoger- se bajo el manto de la reina. Quien lo alcanzaba, era absuelto. Muy popular llegó a ser esta idea, como, según Beyele, lo demuestra su acceso al campo de las representaciones religiosas y su re- producción en las artes plásticas: la humanidad aparece en los cuadros y esculturas de los últi- mos siglos de la Edad Media refugiada bajo el manto de la Virgen. «Y las abadesas imperiales de los monasterios carolingios de Lindau y Zu- rich, ¿gozaban del privilegio de librar del hacha del verdugo al condenado que encontrasen cami- no del suplicio, y lograr para él la gracia.»

La mujer en la política. — Dero la mayor in- fluencia política la ejercitaron las soberanas ale- manas como regentes del Imperio. Desde los días de la esposa de Otón el Grande, la inteligen- te emperatriz Adelaida, se abrió camino la idea de que la representación en el trono no corres- pondía a un príncipe del Imperio, sino a la es- posa del soberano. Nadie contradice esta idea. Y sin previa consulta a los príncipes, la reina ocupaba la regencia como vicaria del reino. Los príncipes fueron cerca de ella como sus conseje- ros, lo mismo que con el rey. La regente despa- chaba con los ministros, recibía a los represen- tantes del extranjero y mandaba el ejército.

Y sobre esta pauta llenaron también su co- metido al fallecer el soberano. ¡Crueles días para

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