Página:Finke Mujer Edad Media.djvu/49

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hasta qué punto el rudo asceta llegó a penetrar en la psicología del alma infantil. Reproduzco una parte de la primera epístola, en que describe los intentos iniciales de la educación del niño: «En la primera enseñanza debe entregarse a las niñas letras de boj o de marfil para que, jugando, apren- dan a descifrar los signos... Cuando después comience a llevar el buril con mano temblorosa sobre la tabla encerada, deben guiarse sus dedos delicados o marcarse de antemano las letras sobre la tabla, a fin de que escribiendo aprenda a seguir los surcos previamente señalados. Para la forma- ción de sílabas prométanse recompensas a las niñas, como a ellas les gustan; también debe ha- ber otras niñas en el aprendizaje, para que se forme competencia entre ellas. No se debe reñir inmediatamente a la perezosa, sino estimular su celo con buenos modos. Sobre todo, hay que im- pedir que llegue a concebir repugnancia por el estudio. Tampoco hay que confiar al azar los nombres a que poco a poco ha de acostumbrarse para formar con las palabras frases, sino que han de ser elegidos con esmero.»

Después establece el plan diario y recomienda: «La niña debe cardar lana, manejar la rueca, dar vueltas al huso y aguzar el hilo con el pulgar.» Con precisión señala el programa para el estudio de la Biblia, lo que la muchacha ha de leer, lo que debe aprender de memoria; por último, cuan-

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