Página:Finke Mujer Edad Media.djvu/57

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educación monástica. Con toda certeza, así fué para una gran parte de ellas, sobre todo en tiem- po de los Otones, en que los monasterios del Nor- te de Alemania estaban repletos de princesas y descendientes de dinastías. Un ejemplo clásico de la íntima dependencia entre el monasterio y la corte nos suministra la primorosa descripción de la vida de la reina Matilde. Pero, aun en las oca- siones en que no es posible probar esta conexión íntima, imperó durante siglos el espíritu de la educación conventual, la devoción por la Teolo- gía y la Filosofía, la unión más estrecha con la Iglesia. La emperatriz Judith, culta e inteligente esposa de Ludovico Pío, solicita de Rabanus Maurus la redacción de comentarios al libro de Judith y al de Esther; la reina Harmentrudis, en el mismo siglo, es la descubridora del talento filo- sófico más importante de la época, Juan Escoto; la emperatriz Adelaida sostuvo correspondencia con el gran Gerberto, poco después Papa; la mar- quesa Matilde de Toscana aceptó plenamente las ideas de reforma de Gregorio VII. Siendo toda la cultura por entonces clerical, se comprende que las damas ilustres estuviesen en sostenida comu- nicación científica con los clérigos más doctos. Muchas damas distinguidas tenían en sus casas a uno o varios eclesiásticos como maestros par- ticulares, que viajaban en su compañía, no sólo para el ejercicio de las funciones religiosas, sino

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