Página:Finke Mujer Edad Media.djvu/69

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luego, dice, ninguna mujer debe emprender estu. dios prohibidos o frívolos, que no en vano están vedados por la Iglesia. Pero los buenos frutos del estudio serio se encuentran en la vida actual, así como en la historia.

Muestra Cristina cómo la ciencia ennoblece, fortifica en la lucha y beneficia a la generalidad. Graves desdichas hicieron de la docta hija del sabio astrólogo de la corte de Carlos V de Fran- cia, una escritora y poetisa, una favorecedora de la educación femenina y defensora del honor fe- menino. Fué la primera mujer que vivió de su pluma. Comenzó cuando, perdido su patrimonio, quedó viuda con tres hijos que sostener. De su dolor dan idea los poemas que cantan la muerte de su esposo. Pero se la pide otra producción menos sombría, y uno tras otro, a veces demasia- do de prisa, crea un ciclo de poemas sobre el tema inagotable del amor, que canta en ricas varian- tes. Sus trabajos religiosos acusan profunda de- voción. Pero su actividad culminante la dedica a combatir la creencia en la inferioridad de la mu- jer; le favoreció la coincidencia de que la situa- ción de la mujer llegase a ser en la corte proble- ma de moda. El festejado mariscal Boucicaut, erigiéndose frente a los detractores de la mujer, fundó, en 1399, la orden de las «damas blancas», con distintivo verde, cuyos 13 miembros habían de defender la honra de las mujeres; el rey Car-

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