se alude a ella en las palabras desiderata filia re- gis. Pero seguimos sin conocer el nombre de las demás. Tampoco sabemos cuánto vivió cada una de las mujeres, ni si Carlomagno estuvo sucesi- vamente casado con ellas o, como Hellmann y otros pretenden, si a la vez que la mujer legítima tenía las concubinas. Lo que nos sorprende es lo crecido del número. No se puede determinar his- tóricamente si estos enlaces fueron sucesivos o si fueron contraídos a consecuencia de divorcios. Por lo que se refiere a la cifra, hay que tener pre- sente la espantosa mortalidad femenina, con oca- sión del parto, en aquel tiempo. Basta tener pre- sente la genealogía de nuestros reyes, para comprobar el gran número de princesas que en tiempos pasados murieron después del alumbra- miento. En los tiempos merovingios se registran relaciones matrimoniales casi paganas; no falta ni el asesinato. Los casos de poligamia no son raros en la dinastía carolingia, entre los antiguos Capetos.
Las mujeres de Federico Barbarroja. — Pase- mos al otro gran soberano medieval, Federico Barbarroja. Después de un prolongado matri- monio con Berta, descubrió que por ser pariente suyo no era válida su boda. Sin dilación se se- paró de ella, y tomó por mujer a la muy nombra- da Beatriz de Borgoña, uniendo mediante su en- lace más firmemente la Borgoña con Alemania.
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