este sistema de educación. El primero de los legisladores, el más grande de ellos, el sentido común, calla cuando se le interroga al respecto, porque observa hechos funestos para el porvenir de la República y que, si no fueran modificados, rodearían de desconfianzas y talvez dé desprestigio el sistema escolar creado en cumplimiento del precepto de la Constitución. No veis, en efecto, vuestras clases frecuentadas por los hijos de los barrenderos y empedradores de calles, de los basureros, de los lustra botas, de los criados, de los trabajadores más humildes, adquirir en nuestras escuelas preocupaciones que les aconsejan desdeñar el trabajo? Para qué se educa esa niña, ya adulta, hija del limpiador de la vecina cloaca? Para vestir de seda, usar peinados de moda, calzar guantes, aspirar á la mano de un hombre rico ó de posición superior á la de sus padres, para alejarse definitivamente del hogar modesto, que repugna á su imaginación, porque es el del trabajo manual, que le parece deshonroso; para ocultar su origen, temerosa de que alguna amiga pérfida la moteje de hija del barrendero; para buscar un empleo escolar, si su belleza y su frivolidad no la arrojan á los brazos de lo desconocido y del deshonor.
«Es ese el fin de la educación de la mujer en el seno de una sociedad cristiana y democrática, cuyas instituciones reposan en la Moral y en el