Vellocino de oro. Los que honesta ó deshonestamente acumulan, desdeñan, luego, á los que trabajan, y se fomenta así una falsa y vergonzante clase social, que se llama ella misma con singular audacia, gente conocida ó aristocrática. Creadas las escuelas para cultivar el buen sentido del pueblo, han seguido un sistema debido al cual salen de ellas generaciones de cabezas delirantes. La escuela no ha formado su carácter, pero ha dado vuelo imprudente á su imaginación; y no es raro que muchas criaturas así desviadas de la realidad de la vida por el Estado mismo, tengan vergüenza de la humildad de sus hogares y de sus propios padres, cuando á la vuelta de la escuela los hallan en su camino. Hé ahí una honda llaga escolar».
«Lo que he dicho de los resultados de la educación de la mujer, es, en su propio terreno aplicable al hombre. Sabéis cuáles son los resultados de la acción de la escuela sobre centenares de miles de niños que las frecuentan? Si ella corrije y salva muchas índoles, es impotente sobre la mayor parte de los casos. Queréis la prueba? Observad esos niños en la calle, en el tremvía, en el tren, en los paseos, en el hogar en tenaz rebelión contra la autoridad paterna, en las visitas, en las reuniones, en los juegos. Escuchad sus frases frivolas, mal formados y al fin sus palabrotas; vedlos fumar cínicamente; seguid sus