poblaciones urbanizadas y cultas, los noviazgos, á más de largos y laboriosos, mantiénense en términos de acrisolada castidad.
Es el carácter de la uruguaya, por todo extremo dulce y tierno, como formado al tibio calor de la familia, cristiana sin mogigatería; influída por un espíritu de culta tolerancia, ejercitada desde que al constituirse en República, el país, decretó la libertad de cultos.
No ambiciona la uruguaya el ayuntamiento con esposos acaudalados, por el caudal mismo prefiriendo unir su suerte á la de un hombre honrado y modesto, pero que sienta, como ellas, los espasmos de una pasión honesta, firme é incontrastable.
De estas uniones por amor, nacen hijas extremosas en el amor filial y esposas amantísimas y madres entrañables.
Forma la base de la generalidad de los pasatiempos, en el núcleo de las familias uruguayas, la tertulia íntima, donde la juventud se esparce, rie y canta, y los de la edad madura ó provecta, recuerdan, joviales, el pasado, y contemplan las generaciones que han de sucederles, conduciéndoles por derroteros de morigeración y de sana moral.
Con fundamentos tan sólidos, es natural, que, la mujer uruguaya, ofrezca rasgos de insuperable valor ético, en momentos de prueba para la patria, que es la suma de todas las familias
