El viajero recordará también de vez en cuando, en una de las estancias ó dehesas de la comarca bañada por el laraná y por el Uruguay, ó en los ranchos, el elogio de Cervantes á una heroina sin par:
«Esta que ves de rostro amondongado,
alta de pechos y ademán brioso,
es Dulcinea, reina del Toboso.»
En efecto, vése á esas garbosas entre-rianas montar sin miedo caballos ariscos, correr ó recoger los ganados, y penetrar en sitios montuosos donde no solamente se topa con las fieras, sino con los bandidos.
En la provincia de Santiago, la gente es pobre, y los hábitos se refinan poco en medio de una habitual penuria, bajo un clima que incita al sueño, y de una situación política que ha frustrado toda organización sólida.
Las mujeres son allí más laboriosas que los hombres.
Las tucumanas son celebradas por su belleza y su afabilidad.
Allí las novias no necesitan encargar á manos mercenarias sus coronas de azahar, cuando pueden tejerlas con las flores de los delei